En un tiempo en que el trabajo de los empleados públicos es cuestionado y denostado desde algunos sectores de la sociedad, reconforta encontrarse con el ejemplo que uno de ellos, Mariano García Ruipérez, director del Archivo Municipal de Toledo, ha dado en nuestra ciudad durante los últimos 33 años.
He tenido la gran suerte de trabajar con él durante las corporaciones en que formé parte del Ayuntamiento toledano, tanto como concejala, como, luego, al frente de la Alcaldía. Siempre he dicho que él era el mejor archivero municipal de España y ahora, cuando ha sido designado para dirigir el archivo de la Villa, en Madrid, me reafirmo en ello. Conociendo su ímpetu, su tesón, su enorme capacidad de trabajo y su entusiasmo para convertir las ideas en fecundas realidades, en la capital pronto comenzarán a disfrutar de los frutos del gran “fichaje” profesional que ha realizado el equipo del alcalde Almeida.
Como licenciada en Geografía e Historia he sentido muchas veces envidia por el trabajo que desarrollaba Mariano. Tener entre las manos documentos que conforman la piedra angular de nuestro pasado, trabajar con ellos, custodiarlos y ponerlos a disposición de los estudiosos e investigadores es una labor muy apetecible.
Durante sus años al frente del Archivo Municipal, este servicio ha dado un salto cuantitativo espectacular. Como profesional de la archivística, García Ruipérez es sobradamente reconocido en los ámbitos nacional e internacional. Sus contribuciones al desarrollo teórico y práctico de esta disciplina son notables.
Durante años ha volcado toda esa sapiencia en transformar el Archivo de Toledo en uno de los grandes repositorios documentales de nuestro país. Ha sabido pilotar a un buen equipo que ha situado este archivo en vanguardia del uso de las nuevas tecnologías y, así, hoy, cientos de investigadores pueden disfrutar online de miles de fotografías, publicaciones, documentos, etc. Jamás fue tan fácil como ahora investigar en Toledo.
Una de las frases que Mariano siempre ha transmitido a sus colaboradores es que “nuestro trabajo es válido si es útil a los ciudadanos”. Y me detengo un momento en la última palabra de esa frase. Él siempre ha considerado su puesto laboral como el de custodio de unos fondos documentales que son propiedad de todos los vecinos de Toledo. Por eso, cuando alguno de ellos se dirigía a la impresionante sede del Archivo en la calle de la Trinidad, daba el mismo trato al investigador que quería consultar unos privilegios rodados del rey Alfonso X “El Sabio”, como a quien pedía los planos de una casa construida por sus padres en el Casco Histórico porque quería hacer reformas en ella.
Desde esa forma de entender el servicio público se comprende mejor su empeño en hacer constantes exposiciones virtuales sobre los más dispares aspectos de nuestra vida cotidiana, como por ejemplo, fotografías de primera comunión, envases de cuchillas de afeitar elaboradas en la Fábrica de Armas o retratos de toledanos anónimos jugando como niños.
Mariano deja el listón muy alto. Su marcha a Madrid nos entristece, pero ha dejado una hoja de ruta marcada y un equipo preparado para seguirla. Además, nos lega un incuestionable ejemplo de compromiso con la ciudad de Toledo, su historia, su presente y su porvenir.
Gracias a él, los fondos del Archivo Municipal se han incrementado notablemente con numerosas adquisiciones y donaciones privadas; pero también con la recuperación de algunos documentos perdidos o depositados hace tiempo en otras instituciones públicas y que nadie se encargó de reclamar en su momento. Cito, por su importancia, solo uno: el perdón de Carlos V a los Comuneros toledanos cedido para una exposición y que cuando él llegó al Archivo se encontró que no estaba entre sus fondos.
Amén de ello no puedo olvidarme de la revista “Archivo Secreto” que impulsó en el año 2000 y que en breve verá publicado un próximo número, habiéndose convertido en referencia imprescindible para la cultura toledana de estas últimas décadas.
Y ahora, cuando en unos días tomará posesión de sus nuevas responsabilidades en Madrid, creo obligado que la ciudad de Toledo sepa devolverle parte de cuanto cariño, sapiencia, entrega y horas de trabajo nos legó, por ello me permito pedir a la Corporación Municipal que en el próximo Día de la Ciudad sea reconocido con uno de los Honores y Distinciones que concede el Ayuntamiento.
Gracias, Mariano, por estos fructíferos años dedicados a la ciudad de Toledo, como archivero y docente en la UCLM.
Gracias, Mariano, por la amistad, cercanía y leal colaboración que siempre has tenido conmigo como concejala y alcaldesa.
Gracias, Mariano, por ser como eres y por demostrarnos que lo “publico” siempre tiene sentido, recordándonos que la primera de nuestras obligaciones en las administraciones es ser útil a los ciudadanos.