El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha vuelto a desmarcarse del Gobierno de Pedro Sánchez en su relación con EH Bildu, asegurando que “en el PSOE hay mucha gente con motivos para estar en desacuerdo con cómo el Gobierno ha naturalizado a Bildu”.
En una entrevista con ‘El Mundo’, el dirigente socialista ha recordado su propia experiencia con la banda terrorista ETA y ha defendido que, para una verdadera “normalización” de la izquierda abertzale, los dirigentes vinculados a la organización terrorista deberían “haber renunciado a cualquier cargo político”. García-Page ha relatado un episodio desconocido hasta ahora de su vida: cómo él mismo fue un objetivo de ETA y apareció en un vídeo de la banda con su imagen marcada por una diana, meses después del asesinato de Miguel Ángel Blanco.
“Me señalaron, más que por mi perfil personal, que entonces era bastante secundario, por mi cercanía al presidente Bono, que era enormemente duro con ETA”, explica. “En aquel momento, era consejero de Obras Públicas en Castilla-La Mancha y, sin saberlo, ya estaba en el punto de mira de la estrategia de socialización del sufrimiento que ETA había diseñado para expandir el miedo más allá de las fuerzas de seguridad”.
El político socialista recuerda con precisión el impacto que tuvo el asesinato de Miguel Ángel Blanco en la sociedad española y en su propia conciencia. El día del ultimátum, el 12 de julio de 1997, García-Page estaba junto a la piscina de su urbanización en Toledo, intentando distraerse con la lectura, aunque sin poder concentrarse. A su alrededor, otros vecinos compartían la misma sensación de inquietud, con los transistores encendidos y los ojos puestos en el reloj. Cuando a las 16:20 horas se confirmó que Blanco había recibido dos disparos en la cabeza, la conmoción fue total. “Aquel asesinato me impresionó más que ninguno. Fue una extorsión relatada en vivo, un cronómetro en marcha con una carga de profundidad inmensa y, además, un error estratégico de ETA que pensaba que nada iba a despertar a la sociedad vasca”, recuerda.
Lo que García-Page no sabía en aquel momento era que él mismo figuraba en las listas de ETA. Poco después, la Guardia Civil encontró un piso franco de la banda en Zaragoza donde se almacenaban dossieres sobre distintos objetivos, incluido él. Más tarde, las Fuerzas de Seguridad le advirtieron de que su coche había sido observado por alguien que identificaron como un etarra y tuvo que ser inspeccionado por artificieros para descartar la presencia de explosivos. Además, recibió una nota anónima en su buzón con una amenaza directa: “Si quieres a tus vecinos, si quieres a tu familia, coge a tu familia y márchate”.
A pesar de todo, García-Page afirma que no siente rencor, aunque la experiencia le ha servido para “tener siempre una luz encendida respecto a lo que sucedió antes de ayer en este país”. Sin embargo, le resulta difícil aceptar que muchos de los que sostuvieron el entramado de ETA “hoy estén con responsabilidades políticas, como si fuera posible ser demócrata y, al mismo tiempo, asesino”.
Por eso, insiste en que la izquierda nacionlista vasca sólo puede ser considerada una opción política legítima si sus dirigentes cumplen dos condiciones: “La primera es que hagan un acto de renegación de lo que fue ETA. Más que disculpas, deberían manifestar que fue una causa de dolor y una irracionalidad absoluta, porque si no, la historia demuestra que hay un punto cíclico y se vuelve a cometer el mismo error. La segunda es que no estuvieran en el Congreso quienes, de una u otra manera, estuvieron activos en el entorno de ETA. Podrán estar otras generaciones, pero no los mismos”.
El presidente manchego lamenta que el Gobierno de Sánchez haya dado un papel protagonista a EH Bildu en la política nacional y sostiene que esto puede enviar un mensaje equivocado a las generaciones más jóvenes. “Me preocupa esto. No quiero hacer comparaciones porque nadie podrá igualar a Hitler, pero es como si después de la Segunda Guerra Mundial dijeran: ‘bueno, pero todos los bandos mataban’. Es una falsedad de mucho riesgo”, advierte. A su juicio, la narrativa que están imponiendo en el País Vasco sugiere que “en democracia todos los partidos mataban, y por lo tanto, Bildu es sencillamente una legítima opción de izquierdas que no pudo ser tan mala si ahora es socia del Gobierno del Estado”.
García-Page cree que la situación actual no es solo responsabilidad del Gobierno de Sánchez, sino que la gestión del periodo post-ETA ha estado mal enfocada desde hace años. “Si hubiera habido un pacto entre el PSOE y el PP para garantizar una transición ordenada, la cohesión de los herederos de ETA no habría cuajado. Y hubiera sido fácil llegar a un segundo pacto: que los extremistas, de un lado o de otro, no entren en la gobernación, particularmente los que han usado la violencia”, afirma. Sin embargo, lamenta que “no he visto vocación de limitar los extremismos en ningún caso y eso es lo triste”.
El barón socialista también ha criticado el mercadeo político en el que se ha convertido la legislatura, con acuerdos que benefician a unas comunidades en perjuicio de otras. “El último acuerdo del Gobierno con Puigdemont, el del troceamiento del macrodecreto, le ha costado a Castilla-La Mancha más de 500 millones”, denuncia. Además, considera que algunas decisiones económicas, como el reparto del impuesto a la banca, han sido diseñadas para beneficiar a Cataluña y Madrid en detrimento del resto del país.
Más allá del debate sobre Bildu, García-Page critica el clima de frentismo en el que se ha instalado la política española y advierte de que “el único espacio en el que la mayoría de los españoles se reconoce es en la socialdemocracia que representaba el PSOE en el 82”. Lamenta que “hemos convertido a los partidos en fines en sí mismos, cuando deberían ser medios para servir a la gente" y que hoy en día "hay políticos en España que se ganarían la vida como equilibristas, porque no piensan en ganar la voluntad de la mayoría sino en que el otro se arruine”.
Finalmente, sobre el futuro de Pedro Sánchez, García-Page cree que “la continuidad del Gobierno no va a depender de las investigaciones al entorno del presidente, sino de las sentencias”. Y en cuanto a su propio papel en el PSOE, reitera que no se plantea abandonar el partido ni encabezar una alternativa. “El PSOE no es de nadie”, sentencia.
No obstante, deja una reflexión sobre el actual modelo de gobernabilidad: “Podría haber un pacto límite sin necesidad de modificar la Ley Electoral. No se trata de excluir a quienes no nos caen bien. Pero lo peor que le puede pasar a un sistema democrático es que haya gente que no quede representada porque eso genera una tensión enorme. Otra cosa distinta es lo que llamamos gobernar”.
García-Page insiste en que España necesita recuperar la capacidad de entendimiento que caracterizó a la Transición. “Nos pasa como con otras cosas en la Historia de España. Nuestros padres querían olvidar la guerra y ahora hay empeño político en revivirla. El mejor homenaje a lo que pasó con la muerte del dictador es recuperar el ambiente de la Transición. Este me parece el peor homenaje posible, instalados en un nivel de frentismo tremendo”, concluye.