Mariscal, según el diccionario de la RAE se refiere a “hombre que en los ejércitos tenía el cargo de alojar la tropa de caballería y arreglar su servicio. Era juez del Ejército y estaban a su cargo el castigo de los delitos y el gobierno económico”.
El diputado ultraderechista Manuel Mariscal, talaverano él, aseguraba este martes en sede parlamentaria que “gracias a las redes sociales muchos jóvenes están descubriendo que la etapa después de la Guerra Civil no fue oscura como nos vende este Gobierno, sino una etapa de reconstrucción, de progreso y de reconciliación para lograr la unidad nacional”, vamos un tiempo de luz y color.
Nadie puede sorprenderse por estas declaraciones, NADIE. Es algo absolutamente normal. Normal, claro está, en boca de quien ha manejado las redes de la formación ultra de Abascal desde su origen. Alguien que considera natural pedir a los chavales que se informen mediante esas redes y así poder contarles sus películas de miedo. Mejor le quedaría al señorito Mariscal proponer a los jóvenes que leyeran libros de Historia para reconocer quién encarceló, hizo pasar hambre, humilló y, en muchos casos, eliminó a los españoles que no pensaban como él.
Mariscal, que abiertamente se ha declarado franquista y apologeta de esa “maravillosa etapa”, quizá obvie que Franco fue colaborador en la penumbra de gobiernos nazis como los de Hitler y Mussolini. Que estratificó perfectamente la sociedad española entre los suyos y los otros, haciendo a unos ricos y a otros, en el mejor de los casos, pobres. Alguien que alimentó sobremanera el supremacismo fascista, desgraciada circunstancia que permaneció en nuestro país incluso tras la muerte del dictador, hace ahora 49 años y unos pocos días.
Por eso Mariscal sí tiene quien le escriba. Algunos nos atrevemos a salir al paso de declaraciones de esta catadura moral en las que el diputado de VOX se permite el lujo de espetar enormes barbaridades con el único propósito de pescar votos entre la juventud a la que pretende engañar desde las podridas redes sociales.
No quiero acabar reventándoles una excelente lectura, la de esa maravillosa novela del insigne Gabriel García Márquez cuyo título se parece al de estas letras. Pero en su escena final la esposa del coronel le pregunta "Dime, ¿qué comemos?" a lo que él le responde –armado de valor– "Mierda". Todo por una pensión que nunca llegó y por un gallo al que no le encontraban su sitio. Eso es, precisamente, lo que les ofrece Manuel Mariscal a los jóvenes hambrientos de las verdades sobre nuestra Historia, un poco de mierda en forma de viles mentiras.
Si (
No(
