Sólo puedo comenzar este relato con el más doloroso de los recuerdos a las víctimas y el mayor de los abrazos a las familias que han perdido a sus seres queridos en la maldita DANA que azotaba el Este español hace una semana.
Las lágrimas que derraman valencianos, albaceteños o conquenses por llorar a sus familiares o por haber perdido sus casas, sus posesiones o sus modos de vida son lo único que importa. Las posturas de algunos por sacar pecho haciéndose fotos y videos en el campo de batalla o las disputas por echarle la culpa a uno o a otro les importan una mierda a quienes se han quedado sin nada.
Las gentes que se han visto arrastradas por el agua sólo quieren que se les ayude pronto y bien. El que quiera ensuciar, si es que cabe alguna suciedad más, la situación que se vive en el Levante al final lo pagará caro. Ahora mismo, la rabia es lo único a lo que se pueden agarrar estas gentes, además de una pala o una escoba para retirar el barro de la puerta de su casa.
La pena es que, también, han vuelto a sacar la cabeza los promotores de la mentira –y cada vez lo hacen más descaradamente–. Los interesados en que este país de divida siguen campando a sus anchas calle a calle sin importarles siquiera que haya muertos en las aceras. Incluso, cuantos más cadáveres… mejor.
En eso se ha convertido España, en un arma arrojadiza, pase lo pase, de unos contra otros. Y en este caso vuelve a ponerse de manifiesto que el odio ni se come ni soluciona los problemas. Es de esperar que los responsables de los errores paguen por ellos en los próximos meses, pero remangarse y trabajar sin alaracas, sino empujando en vez de posar, es la mejor decisión.
Eso sí, quédense con dos reflexiones que particularmente saco de esta desgracia. Una, la previsible. En seis meses la DANA de Valencia sólo será un párrafo en la Historia de España, uno más. Y la segunda, la insospechada. Quien ha sorprendido al país entero es el ministro Oscar Puente. Se le pueden y deben atribuir muchos errores en la diplomacia comunicativa pero también es cierto que los deberes de su Ministerio están siendo reflejo de una buena nota al final del examen. Igual, hasta la alta velocidad Madrid-Extremadura es una realidad antes de 5 años… con él.