El pasado domingo día 22 se celebró la 32 edición de los Premios Rojas, donde el grupo de teatro El Candil, -abuelito que se resiste a jubilarse- recibió el galardón con motivo de su 65 cumpleaños ¡Cómo pasa el tiempo! Mi padre, que con apenas 20 lo fundó con amigos de la emisora Radio Juventud en el año 1958, lo recibió, a sus 87, junto con el nuevo director Emilio Serrano. ¡El tiempo, cómo pasa!
Este acontecimiento me inspira una reflexión acerca de la vida y sus circunstancias. Dirán ustedes que me pongo profundo y estupendo al hablar de “la vida y sus circunstancias”, pero es algo que a todos nos afecta. Las decisiones que tomamos en la vida nos afectan a todos. Pero hay que aceptarlo como parte una vida efímera.
EL POEMA DE CALDERÓN. No hay mejor definición de la vida que la que hizo Calderón en “La vida es sueño”. A través de preguntas retóricas se respondía, a sí mismo:
¿QUÉ ES LA VIDA? UN FRENESÍ. En el teatro de Rojas, en Toledo, tuve oportunidad de ver a mucha gente conocida y otras no tanto. Un mimo italiano que fue premiado por su espectáculo internacional donde los gestos se valen por sí mismos para comunicar. Allí había críticos de teatro, dramaturgos, profesionales que han actuado en el Teatro Romano de Mérida el pasado verano y a los que tuve la oportunidad de saludar y darme a conocer como autor de la crítica de su obra en mi blog literario lluvia en el mar —crítica que me agradecieron, porque fue buena—. En fin, que no les voy a especificar mucho más, no quiero aburrirme ni aburrirles.
Lo que me interesa contar, y les interesará a ustedes saber tal vez, es ese frenesí, que decía Calderón. Vorágine de vidas diferentes unas de otras, que se mezclan y revuelven y al final coinciden en este mundo, que es un pañuelo, y nos hace compartir unas horas todos juntos.
¿QUÉ ES LA VIDA? UNA ILUSIÓN. Si miró hacia atrás, cosa que invito a hacer al estimado lector, la variedad de vidas diferentes unas de otras, caminos que se ha trazado cada uno a sí mismo y otros caminos que no han tenido más remedio que aceptar, nos inunda. Porque una cosa lleva a la otra y al final, no sabes cómo, has acabado aquí. O allí. O acullá. Las malas decisiones te hacen seguir un camino u otro, y has de aceptarlo. Pero también las buenas decisiones, que son las más traicioneras porque se disfrazan de aciertos y, al final, resultan no serlo. O sí, vaya usted a saber.
Es el caso de mi padre, fundador de un grupo teatral con la intención de dar rienda suelta a su inquietud sin imaginarse he dicho compañía seguiría funcionando 65 años después. Decisiones que tomamos y que condicionan la trayectoria de una agrupación se resiste a jubilarse… ¡a su edad! ¡Quién se lo iba a decir, en el año 58, cuando fundó El Candil que iba a convertirse en un anciano!
Pero hay mucho más. Un estudiante se decide estudiar una carrera científica, que no recuerdo muy bien cuál es, pero un día se cae del caballo como San Pablo y también se infecta del veneno teatral… el tiempo avanza años después y por un golpe de suerte acaba en Ron Lala, grupo conocido a nivel internacional. En su trayectoria también se cruza conmigo en El Candil, representando algún otro papel en una obra mía. El destino es caprichoso. ¡Quién se lo iba a decir a Luis!
Buenas o malas decisiones. Aciertos o errores.
Pero no se vayan todavía, que aún hay más.
Yo me enamoro, me caso y acabo en Mérida haciendo crítica teatral en mi blog y como soy hijo de mi padre también, durante un tiempo, reparto mi vida entre Talavera y Mérida y me dedico a esta locura del teatro. Coincidimos en el tiempo. Con Luis, sin Luis, con éste, con aquel…
UNA SOMBRA.
Es como si cuando nacemos y somos niños existiera una mano invisible, la mano del destino, que se entretiene en ponernos por delante diversos juguetes y chucherías por las que optamos. Opciones muy diferentes entre sí. Unas nos llevan a enamorarnos y casarnos y eso determina nuestro destino, aunque no sea del todo nuestra voluntad, aunque acaba siéndolo. Ese destino que pretendías ya no es posible y ahora es otro destino, de otro modo. Y, sin embargo, el destino de los niños cuando crecen se define por otras circunstancias aleatorias que no tienen nada que ver con sus decisiones.
Estar en el lugar adecuado, en el sitio correcto le permitió a Luis integrarse en Ron La La. Un periodista te condiciona para seguir los pasos de tu padre en el periódico, como le ocurrió a Alberto, y ahí está. Tener un padre aficionado al teatro determina tu vida como actor, como me ocurrió a mí, y ahí estás un tiempo pero ya no estás. Coincidir con una chica o con otra y que esa chica te corresponda o no determina tu destino para acabar viviendo en Talavera, en Mérida o en Madrid. Tus capacidades, tu entorno cuando eres niño, son las sombras múltiples e inquietas, continuamente en movimiento por el efecto una luz que varía de forma y posición y que te lleva a lugares desconocidos y sorprendentes... o tal vez aburridos, quién sabe si sombríos. Sombras.
UNA FICCIÓN.
Los miedos se transmiten. El valor también. Pero también se transmite la forma de entender la vida. Tu capacidad para relacionarte y tu inclinación a ser una persona más o menos sociable. Tu cultura, tu forma de ser influye. El lugar donde naces, la gente que te rodea, lo que te dicen, lo que no te dicen, lo que piensas, todo ello te lleva por un camino por otro, indefectiblemente, arbitrariamente. Un día la muerte pisa tu huerto y mueres joven, como en el caso de Marisa Estaban, integrante del Candil, y tu carrera se trunca. Las enfermedades también son determinantes. Lo determinan todo.
Juan Antonio Castro, famoso dramaturgo que perteneció al Candil, murió joven. ¿Qué hubiera sido de su vida si hubiera escrito más? Su presencia tal vez en El Candil o en el mundo haría cambiar la historia de otros, del propio Candil o del mundo, que han seguido viviendo y se han visto privados de su influencia.
QUE EL MAYOR BIEN ES PEQUEÑO.
Acabar en Mérida, casado y con hijos, trabajando de funcionario, aunque tu ilusión hubiera sido otra, fue mi destino. Elegido en parte. Inevitable también. El más cómodo, al fin y al cabo, porque, ¿qué mismo da un destino u otro en este mundo tan inconsistente, efímero y variable? ¿Te satisface esta vida cómoda que has llevado? Más vale que te satisfaga, porque es lo que hay. ¿O acabar en Ron La La, en parte porque tienes un carácter amable y generoso que te va abrir todas las puertas? Un futuro diferente al que pensabas.
No poder llevar a cabo tus proyectos, o cambiarlos, o vivir de ellos, o adaptarte. ¿Qué más da? Que los proyectos que se prolonguen en el tiempo como en el caso de mi padre, cuando fundó el Candil, es innecesario y banal, pero es. El río de la vida te lleva a lugares imprevistos. Somos palitos en el agua que, unas veces, se estancan y otras fluyen. El rio te arrastra a un lugar muy diferente del que esperabas o acaso el que pretendía… o no. ¿Qué más da? Todos somos palitos en el agua. Es lo que hay, y debemos conformarnos en aquel lugar donde la vida te coloca y no achacarlo a nuestras buenas o malas decisiones. Porque tus decisiones pesan muy poquito. El conglomerado de sucesos que te rodean hace que el resultado sea diferente. Ni buena ni mala decisión.
Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON.
Black Snyder, uno de los gurús, padre de los guionistas actuales de Hollywood acabando en los Show Runner tan de moda en nuestros días, da un ejemplo muy vistoso que ilustra todo esto que digo. Cuando era joven era ya escritor de guiones. Era un desconocido. Vivía en una pensión e iba de fracaso en fracaso, sin que nadie se fijara en él.
Una noche, las dos de la madrugada, harto de escribir para nadie, puesto que sus guiones eran rechazados una y otra vez, bajó al bar que tenía justo debajo de su edificio y se tomó un café. Las dos de la madrugada, a punto de cerrar. El café estaba vacío. Solo había una joven. Hablaron. Se cayeron bien. Poco a poco fueron intimando y quedando más días. Finalmente, aquella chica se convirtió en su mujer.
Dio la casualidad de que la chica tenía contactos y gracias a esos contactos Snyder se convirtió en el mito es hoy en día. ¿Qué hubiera sido de él, se preguntaba, si no hubiera bajado aquella noche a tomarse ese café? ¡Quién iba a pensar que, en una noche solitaria y vacía, iba a encontrar a la mujer de su vida u su brillante futuro! Si se hubiera acostado sin bajar, se hubiera quedado compuesto y sin novia. ¿Y quién puede preverlo? Es la vida. Palitos en el agua.