¿Alguien recuerda qué ocurrió en España en 2016? En ese año Artur Mas propuso a Puigdemont como presidente de la Generalitat, la Infanta Cristina se sentó ante un juez, desfilaron en los juzgaos el ahora fallecido Miguel Blesa y Rodrigo Rato por las tarjetas black, dio comienzo el juicio de la Gürtell, murió Rita Barberá y, hagan memoria, Pedro Sánchez dimitió como diputado y secretario general del PSOE. Ahí empezó todo.
Pero también en ese movidito 2016 falleció el semiólogo, filósofo y novelista italiano Umberto Eco. Quizá por esa última circunstancia Sánchez, que también arrancó su Peugeot 407 azul para recorrer España en ese año, tuvo tiempo de leer la novela ‘Número Cero’ del fantástico escritor transalpino.
Y digo que debió leerla porque en ese libro es donde Eco inventó la expresión ‘máquina del fango’ para definirla como la actuación de periodistas y usuarios de redes sociales de cara a difamar, construir montajes y chantajear a miembros del poder político sin obviar siquiera la revelación de aspectos de la vida privada de las víctimas, creando así una sombra de sospecha.
Hoy, que se pone en marcha el plan de Sánchez para arrollar esa denominada ‘máquina del fango’, bien merece homenaje quien la inventó y no quien la copió. De todos modos, algo hay que hacer con la impunidad de quienes inventan e injurian con falsedades por deporte, eso sí, con todo el cuidado constitucional que sea necesario, no por capricho. Está claro que, en cuanto se le toca el bolsillo al difamador, se calla inmediatamente.
Evocado el prestigio de Umberto Eco, también es de justicia poner encima de la mesa la delgada línea roja que exhibe últimamente el partido de Abascal, ese conocido como VOX.
Los que ya hemos pasado de los 50 el único VOX que conocimos fue el diccionario que usábamos en la EGB y en el BUP. Hoy, sin embargo, ese partido político se ha convertido en la muleta del PP en más de cien ayuntamientos y muchas diputaciones y este martes amenazaban a los de Feijóo con dejarles de apoyar si no tragaban las ruedas de molino que les propusieran.
Es como esa otra novela del británico Glenn Darragh, donde defiende que hay miles de palabras similares en Inglés y en Español, iguales en apariencia y significado, pero también existen los ‘Falsos Amigos’, otras palabras que pueden parecer idénticas en los dos idiomas pero significan algo muy diferente. Más o menos como VOX y el PP en esos municipios referidos, que parecen lo mismo, hacen lo mismo, dicen lo mismo y defienden lo mismo, pero cuando llega la hora de la verdad VOX impone y el PP agacha la cabeza para no perder el sillón.
En fin, ya lo dijo Umberto Eco en ese maravilloso libro ‘Número Cero’: “Había perdido todas las certezas, salvo la seguridad de que siempre hay alguien a nuestras espaldas que nos está engañando”.
Más de un alcalde estará sentado en el sillón de su despacho esforzándose por sonreír durante el día para lamentarse cada noche con lágrimas que empapan su almohada sin entender su dependencia de los voxeros. Otros, simplemente, ni se esfuerzan en buscar una explicación a su propia incapacidad.