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Es lo que hay

Los tontos de Alpedrete

Moisés de las Heras
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Moisés de las Heras

Artículo de opinión escrito por Moisés de las Heras

lunes 13 de mayo de 2024, 10:00h

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Prometí a Alberto que no me metería en política. Pero hay cosas que claman al cielo. Me podría callar, pero no quiero. Porque tanta torpeza es inexplicable. Ya saben a lo que me refiero. Y no afrontaré el tema del cambio de nombre de la plaza de Alpedrete desde el punto de vista de la reivindicación ideológica. Lo afrontaré desde el punto de vista de la torpeza de aquellos que lo han decidido.

Para los que no esté al tanto, el Ayuntamiento dedicó en su día en Alpedrete una plaza a Francisco Rabal y a Asunción Balaguer. Pero la plaza ya no se llama así. El nuevo consistorio ha decidido quitar sus nombres y sustituirlo por el de “Plaza de España”. ¡Mucho más castizo, dónde va a parar! Suena a Alzamiento Nacional.

¿Se dan cuenta de la torpeza? Increíble. Inconcebible. En plena vorágine del fango, con tachas de fascismo que van haciendo mella en la sociedad, y van éstos y, como si vivieran en otra época se atreven a tocarle las perolas a la izquierda en el sitio menos indicado. Sitio donde todo el mundo, de izquierdas y derechas, está de acuerdo. Sitio que todos califican de intocable: La cultura. Y nada menos que a Paco Rabal, joder. ¡Serán tontos!

A los amantes de la cultura en general, entre los que se encuentra gente tanto gente de izquierdas como de derecha, les molesta. Quien en su día admiró al actor fetiche le molesta esta barrabasada estúpida. Esta cambió innecesario que suena a provocación. A provocación de imbéciles.

A un actor que fue figura fundamental, que pertenece a los recuerdos y a la nostalgia de toda una generación se le desaloja, se le menea, se le zarandea, se le ningunea, se le saca de la urna y se le entierra en otro sitio. Gente de derechas que admiraba a Paco Rabal. Gente de izquierdas que admiraba a Paco Rabal. Gente de ni fu ni fa, que admiraba a Paco Rabal (bueno, y a Asunción Balaguer también) se sienten ofendidas. Han ofendido a todos. Bingo. Han hecho pleno. Pleno en el Consistorio.

Siempre fue caracterizado el sr Paco por pertenecer al mundo del teatro y la interpretación, y no a una ideología concreta, aunque se supiera.

Llenó los teatros, también en tiempos de Franco y protagonizó películas señeras. Fue uno de los grandes. Se le admiró en series como “Juncal” o “Los santos inocentes”. Eso es Paco Rabal, por encima de su ideología. Y tocar a Paco Rabal no es tocar a Paco Rabal y Asunción Balaguer. Es meter el palo en el avispero de esa izquierda que está a la que salta y que se alegrará de una muesca más en la culata de pruebas confirmen que VOX (y PP) es ultraderecha. Han acertado con todos los números. Pleno al quince.

Para los que no creemos que la vida se componga de blancos y negros absolutos, lo tenemos muy difícil con estos tontos de Alpedrete, que no se dan cuenta de que viven en un país y en una época real, y que no se puede hacer lo que se te antoje. Sobre todo, tratándose de la delicada “cultura”. Que cualquier “acción” que se toma en este sentido solo puede traer mala fama, y alejar incluso a tus propios votantes.

El país está polarizado ¿y tú te dedicas a quitar nombres de ciudadanos ilustres a las plazas? ¡Acertaste la primitiva! ¡Sois los más obtusos y primitivos de todos! El país como una cabra en un avispero y ahora salen estos tontos de Alpedrete con las medias tintas de que van a poner el nombre del Paco y “la Asun” ¡a una sala! ¡A una sala de un teatro que ni siquiera se ha construido! Es como si al aeropuerto Adolfo Suárez le extirparan el alias y se lo asignaran a una biplano de la feria, de esos que van enganchados a un pinote dando vueltas. O como si despojaran al Quijote de la autoría de Cervantes y llamarán “Cervantes” solo a un capítulo. ¡Pero que gilipollez es esa! Igualito la magnitud de aparecer en el callejero, con tus apellidos en una plaza, que reducirte a una miserable sala quimérica en una entelequia de un futuro imaginario. Y probablemente ha de ser la sala más pequeña de ese teatro inexistente. Porque ¿qué sala le van a asignar a un rojo de mierda? ¿La más grande? Vamos, no jod…

Una excusa barriobajera. ¿No se dan cuenta de la gilipollez, de la asnada excelsa? “Quitar en nombre a la plaza” es darle gasolina a la fama que tienen de fascistas, de insensibles a la cultura. De ignorantes culturales. De VOX y de Peperos. De tontos del culo para arriba. O algo peor: de vengativos. De autoritarios. De dictadorzuelos. Es ponérselo a huevo a la izquierda revanchista. Es exhibirse como derecha estúpida que no sopesa consecuencias. Que no sabe sopesarlas. Que no ve, no piensa, no razona, no da, no mide ni sabe medir. No advierte que las decisiones que se toman hoy, aunque sea en una pequeña pedanía, afectan al partido en todo el país. Un país que está al borde de un ataque de nervios. Que es aprovechado para crear sesgos y ventanas de Overton.

Los que, como yo, poquitas veces hemos votado, lo tenemos muy difícil para no deprimirnos. Revanchistas y polarizadores por un lado. O por otro. O viceversa, es lo mismo.

PP—VOX viven en otro mundo. No calculan sus movimientos. No saben calcularlos. Son jugadores de ajedrez que no saben jugar al ajedrez ni a ninguna otra cosa. Que, sin conocer el nombre de las piezas, porque se han negado siempre a conocerlas, se ponen a jugar, pensando que van a ganar. Como los niños. Creyéndose los reyes del mambo frente a un rival tramposo que les siempre humilla sin contemplaciones. E insisten en no aprender.

Ocultar medias verdades, exhibir y magnificar las otras medias, despreciando —los unos y otros— la justa moderación y el sentido común. Desatender la realidad siempre colmada de luces y sombras, siempre relativa. Hacer creer que solo hay malos malísimos frente a buenos buenísimos. Solo eso nos ofrecen. Unos y otros.

Con tanta tensión arterial nos va a dar un ictus. Siempre temes que, cuando menos te lo esperes, va a llegar a tu puerta una dictadura disfrazada de democracia y ni te vas a enterar. E ignoras de qué signo, pero no te vas a dar ni cuenta. Será poco a poco, ya lo verán.

Y, entre tanto, soportaremos el mal gobierno de los tontos de Alpedrete.

Haberlo pensado antes. Estas decisiones se piensan antes de reaccionar. Ahora ya no tiene solución. Dar marcha atrás, restaurar el nombre de Paco y Asun a la plaza será peor. Será como decir que rectifican, que son malos gobernantes, que no saben por dónde se andaban y el prestigio para ambos partidos será igualmente nefasto. Parecerá una bajada de pantalones ante una izquierda que se frota las pezuñas ante la torpeza.

¿Ayuntamientos, gobiernos centrales. Comunidades autónomas? No hay esperanza. En todo caso, salir de Málaga para entrar Malagón. Saltar de la sartén a las brasas. Dijo la sartén al cazo. ¡A ver quién rectifica ahora! Rectificar no es de sabios. ¡Nunca en política! Para eso está la oposición, para hacer sangre y subrayan hasta lo “insubrayable” en espera de que los gobiernos caigan para ponerse ellos. Quítate tú que me pongo yo.

Lo que han hecho en Alpedrete tiene un coste. Un coste de prestigio, no solo en el municipio, sino en el Congreso. Un coste muy alto que puede trascender el ayuntamiento y subirse al atril de San Jerónimo y servir de ariete incontestable. Más aún, tratándose de una figura nacional como Paco Rabal y Asunción Balaguer. Han dado gasolina a la oposición y arderán como en el 36. Se han quemado a lo bonzo. Tontos. Tontos. “Maricomplejines”

Tiranos venezolanos, fachas o tontos del culo. Elija usted la dictadura que más le agrade. Es lo que hay.

Y que conste, que a mí Paco Rabal no me entusiasmaba. Salvo “Juncal” y “Milana bonita” no me parecían grandes actuaciones la suyas. Sobre todo al final de su carrera, donde no se le entendía. Al final… y al principio. Su “don Juan Tenorio”, aquel con Concha Velasco sin vocalizar ni articular… pues bueno. Pero, lo dicho, arremeter contra una figura tan grande y universal que hiere sensibilidades, aunque sea en Alpedrete, es puro desconocimiento. Mala leche o bien, a mi parecer, ingenuidad al dejar al descubierto, en la primera jugada, tus fichas, para que te derroten sin mover ni el meñique.

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