El Padre Juan de Mariana es generalmente conocido como historiador, faceta que ha eclipsado, bien por desconocimiento, bien de forma interesada, otros estudios suyos. En uno de ellos se hace referencia a lo que hoy conocemos como inflación.
Las aportaciones del Padre Juan de Mariana al área económica han sido resaltadas por numerosos investigadores. Garrido Martínez de Salazar precisa al respecto que el ilustre jesuita ha pasado a la historia como uno de los más destacados precursores de las teorías económicas de nuestro tiempo debido a su tratado De monetae mutatione.
Este estudio en latín se imprimió en Colonia en 1609 y tuvo una general aceptación en Europa, aunque en España produjo un terremoto en la Corte. Una traducción al castellano se encontró entre los papeles analizados en el proceso que se le abrió en ese mismo año, siendo expurgada la obra por la Inquisición. En consecuencia, fue silenciada en España, aunque pudo haber circulado de forma manuscrita con el título de Discurso de la moneda de vellón, no apareciendo en texto impreso hasta el año 1854.
Como antecedente, cabe destacar que en 1602 Felipe III promulgó una orden para que la moneda de vellón se acuñase solo con cobre sin una aleación de plata y se redujese su peso a la mitad, lo que supuso de hecho una doble devaluación. Con esta medida se trató de paliar el déficit monetario que sufría la Monarquía española desde finales del siglo XVI; sin embargo, lo que se consiguió fue una desmesurada inflación durante el siguiente siglo que afectó negativamente a la economía y comercio de Reino.
Para el Padre Juan de Mariana, manipular el valor de la moneda, rebajando su aleación o disminuyendo su peso, equivalía a un nuevo impuesto al incrementarse el precio de las cosas con el consiguiente empobrecimiento del pueblo, que tenía que sufrir la pérdida de poder adquisitivo. Estimaba que el rey no podía manipular la moneda, atreviéndose a negar de forma contundente su facultad para imponer nuevos tributos sin el consentimiento de sus súbditos. Asimismo, denunciaba, porque lo consideraba como un robo, la práctica de aquellos gobernantes que usaban el recurso que hoy llamaríamos inflación para financiar los gastos del Estado. Por estas ideas tuvo que pasar una reclusión forzosa en Madrid por orden del mismo Felipe III y de su valido el Duque de Lerma.
Las reflexiones del Padre Juan de Mariana en el ámbito económico están la línea de la conocida como la Escuela de Salamanca, en la que se encontraban Francisco de Vitoria, Diego de Covarrubias y otros artífices del pensamiento político español. Asimismo, entroncan con las que formuló sobre el buen gobierno, del que se expuso una pincelada en un anterior artículo y su correlación con las ideas Miguel de Cervantes. Estudiosos de este tema exponen que el tratado De monetae mutatione tiene su génesis en el capítulo VIII (libro III) de la segunda edición de la obra De rege et regis institutione, publicada en Maguncia en 1605.
Parece razonable deducir que el recto jesuita no podría encontrarse confortado con lo que veía, ya que, además del tema económico expuesto, habría que añadir otros. Destaca especialmente la especulación inmobiliaria, tanto en Valladolid como en Madrid, propiciada con la ida y vuelta de la capitalidad de España a principios de una época que ha sido etiquetada como “el siglo de las falsificaciones”.
Por último, cabe señalar que las enseñanzas del Padre Juan de Mariana siguen vigentes pasados cuatro siglos; sin embargo, el uso de la inflación y el abuso inmobiliario son temas recurrentes en nuestro país, medidas que solo han generado crisis posteriores con unas políticas de “pan para hoy y hambre para mañana” que afectan en mayor medida a las clases más necesitadas.