Decíamos ayer… dos controvertidas palabras que unos pusieron en boca de Fray Luis de León y otros en la de Unamuno, pero que resumen perfecta y escuetamente la expresión del reencuentro.
Vayan mis disculpas por haberme ausentado de esta atalaya de opinión durante dos semanas, pero la salud y otros avatares no me han dejado el tiempo suficiente para la crítica en esta última quincena.
De cualquier forma, no sé si hubiera sido posible enjuiciar la cantidad de situaciones, noticias y vaivenes que se han dado en nuestra día a día a cuenta de la cada vez más recrudecida contienda política.
Lo que sí me queda meridianamente claro es que otra expresión de la gramática parda, “sálvese quien pueda”, corre de mano en mano sin que el “prietas las filas” cunda como buen ejemplo.
Por un lado García-Page sigue sacando el pie del tiesto regional para opinar libremente sobre el galimatías sin fin en que Sánchez se obceca en entrar a cuenta de lo que está por venir: comicios vascos y catalanes. Atención o, como diría aquel, “ojo al dato”.
En el otro, Paco Núñez insinuando que ha sido fuego amigo el que ha filtrado que pedía una salida a Europa por su nulo devenir en Castilla-La Mancha. No dejemos de lado que las manifestaciones caciquiles de los mandatarios de Valencia y Murcia, que siguen bebiendo el agua del Tajo, y que no se sonrojan al pedir cada vez más trasvase. Eso sí que es “arrimar el ascua a su sardina”. Menudo papelón le dejan a su compañero Núñez con el asunto del agua.
Al final, fíjense, que esta autonomía llamada Castilla-La Mancha tendrá que tirar de “las malas” –es decir, de la ejecución de las sentencias judiciales–, para que de una vez por todas el puñetero desangre de nuestro río se acabe. Como decía mi amigo José María Gómez en aquel Romance Triste… “que se cierren las compuertas y que el Tajo no se vaya”. Aquí, mientras ustedes quieran, el Tajo tendrá su Voz para defenderse, al menos 45 años más.