“Me enfrento a todo el poder político, ¿quién me lo iba a decir? Y lo tengo que hacer solo. Soy un mero peón que se inserta en una lucha política sin reglas que se fundamenta en la eliminación de cualquiera y de cualquier modo”.
Mañana es 29 de febrero, cumpleaños de Pedro Sánchez, y el regalo se lo ha anticipado hoy el autor de la frase con que comenzaba mi texto. Un regalo envenenado que puede ser el peor de los resortes y destapar la caja de Pandora para el actual Gobierno de España.
Unos minutos antes de la rueda de prensa del exministro de Transportes, y ya también exsocialista, un buen amigo me preguntaba si era verdad que los ocupantes del famoso Peugeot 407 de 2017 eran Pedro Sánchez, Santos Cerdán, Koldo García y José Luis Ábalos. Entenderán que mi respuesta fue la de la duda, incluso de si ese coche negro llegó a recorrer España o fue un bulo.
La que resulta verídica es la confianza de Sánchez y Ábalos en su momento, como ahora la mantiene con el nuevo titular de Fomento, Oscar Puente. Se trata, mírenlo si no, de dos auténticos titanes en su defensa, uno del pasado y otro del presente. Y me da en la nariz que ambos dos tienen secretos a buen recaudo sobre los quehaceres presidenciales.
Indicios de esos secretos bien guardados son las palabras del exministro valenciano que sentenció ayer ante los medios que “aforado o no, colaboraré con la Justicia hasta las últimas consecuencias”, dando a entender que no se morderá la lengua ni por equivocación. Está enormemente dolido y esperaba una defensa de quienes fueron sus mentores pero, como también aseguraba, “esto es melancolía”. Pues creo que la melancolía le está empezando a entrar en el cuerpo, junto con doce o trece sentimientos más, al autor del Manual de Resistencia que ha demostrado tener, como mínimo, dos varas de medir la corrupción y los delitos, aunque sean siquiera suspuestos.
A Abalos lo obliga a dimitir sin tener una sospecha y a Puigdemont le pone una alfombra roja (y alguna obscenidad más que no estaría bien citar aquí) por todo lo que hizo y dice que volverá hacer. Creo que debería corregir el título de su libro, señor Sánchez, por uno más ajustado a la realidad. Eso que en la moral católica se refiere al deseo de bienes terrenos y, en especial, al apetito desordenado de placeres deshonestos: “Manual de Concupiscencia”.