La lista más votada

Hemos encadenado dos campañas electorales consecutivas, como el que no quiere la cosa. Sucesión de balances y propuestas de las que nadie se ha hecho eco, ni el tato recuerda, ni hemos puesto el más mínimo interés, a pesar de tenerlo intrínseco, por la importancia de lo que debemos decidir el próximo domingo.

Por el contrario, siguiendo la línea iniciada en la anterior campaña de municipales y autonómicas, las falsedades, los bulos, las mentiras, la mercadotecnia y un más que llamativo desconocimiento puesto de manifiesto por los candidatos de la derecha, especialmente el señor Feijóo, han hecho que el descredito sea guinda de un proceso electoral donde lo que deberíamos decidir es si queremos que España siga por la senda de la modernidad, el crecimiento económico y la actividad productiva, empleo de calidad y mejor remunerado, el acuerdo y el entendimiento institucional, la presencia y participación activa en las instituciones internacionales; si queremos seguir avanzando y progresar en derechos y garantías sociales; si queremos atajar problemas en ciernes que se nos van a agravar como son los efectos del cambio climático, la despoblación de muchos de nuestros pueblos, que haya o no soluciones de empleo para los jóvenes, y un muy largo etc…

Pero, sin duda, se está llevando la palma en el interés informativo la propuesta de que gobierne la lista más votada, que hasta ahora no ha servido para nada más que ser arrojada a la cara del adversario con la única intención de pseudo comprometer la posibilidad de gobierno del candidato del PP. Está claro que quiere sacarse de encima la amenaza de necesitar un acuerdo de perdedores con VOX que le posiciones en su verdadero lugar, la derecha rancia y reaccionaria que ha sido siempre.

No deja de ser un planteamiento infame, increíble y ofensivo a la inteligencia, en lugar de predicar con el ejemplo en distintas comunidades autónomas, la más llamativa Extremadura por las diferencias puestas de manifiesto por la candidata del PP, o en cerca de 150 ayuntamientos, algunos de ellos nos pillan muy a mano como Talavera, Toledo, Torrijos, Guadalajara, donde no les ha temblado el pulso en firmar esos pactos de perdedores durante la campaña y precampaña electoral.

Si Feijóo reconoce más la posibilidad de entenderse con el PSOE de García-Page, como ha manifestado, podría haber imitado la propuesta del Presidente de Castilla-La Mancha para modificar la Ley y asegurar la voluntad de los ciudadanos expresada con su voto para decidir mayoritariamente quién les representa, evitando pactos y postpartos que vulneran la voluntad de muchos miles de españoles/as. Unos mecanismos que ya contienen constituciones y legislaciones electoral de distintos países europeos para garantizar la seguridad y la solvencia de la voluntad de la ciudadanía.

Y es que las mentiras tan evidentes en las que se le han pillado a Feijóo no dicen nada bueno de su candidatura a la presidencia del Gobierno. Es más, le convierten en increíble y desconfiable, por no recurrir a calificativos más feos.

Que gobierne la lista más votada requiere, sin duda, de partidos con verdadero sentido de Estado, dirigidos por responsables con verdadero sentido de Estado; partidos con vocación de gobierno, principios ideológicos claros, esos de los que ahora se reniega tanto, y proyecto político para el país y los ciudadanos.

Miguel Perantón