La Policía Nacional ha llevado a cabo, en los primeros meses del verano, dos operaciones policiales dirigidas a erradicar el cultivo de marihuana en la provincia de Toledo. En total, se han incautado 886 plantas de cannabis y se han decomisado 4,2 kilogramos de cogollos ya dispuestos para la venta.
La plantación más extensa se halló en una vivienda unifamiliar de Villaluenga de La Sagra, donde se habían instalado dos laboratorios clandestinos en
sendas habitaciones. Igualmente, se pudo comprobar que el sótano había albergado anteriormente otra plantación que ya había sido recolectada, encontrando los cogollos envasados y dispuestos para la venta.
En total, se decomisaron 693 plantas de Cannabis Sativa Viva en diferentes estados de crecimiento - algunas con floración y a pocas semanas de su
recolección, y otras en la primera fase de crecimiento- y fueron detenidas tres personas, dos mujeres y un varón.
En cuanto a la plantación hallada en Yuncler, se encontraba en una construcción realizada con paneles de cartón yeso, en la parte superior de una nave industrial, en la que se estaban cultivando 193 plantas de marihuana. En esta ocasión se detuvo a un varón como presunto responsable de un delito de tráfico de drogas.
En ambas operaciones se comprobó la existencia de conexiones ilegales a la red eléctrica, por lo que a los detenidos se les imputa también un delito
de defraudación de fluido eléctrico.
COLABORACIÓN PARA ERRADICAR EL CULTIVO DE ESTUPEFACIENTES
Las plantaciones de marihuana de interior -también denominadas indoorsuelen instalarse en viviendas o naves industriales que se acondicionan para realizar un cultivo intensivo de las plantas, minimizando el tiempo de crecimiento y maduración para obtener mayor número de cosechas en el
menor tiempo posible.
Es habitual que se conecten de forma ilegal a la red de suministro eléctrico debido a que sería inviable afrontar el coste del elevado consumo que producen las luces y aparatos de aire acondicionado en funcionamiento constante.
Además de que el ruido y los olores que emana la sustancia son desagradables para los vecinos que residan en los alrededores, las instalaciones eléctricas no son supervisadas ni se suelen realizar en condiciones de seguridad, por lo que existe riesgo de incendio.