Hoy es 20-J. Un día marcado en nuestro calendario familiar, tras cinco larguísimos meses, con el color esperanza: el verde. Y con ese color ha acudido hoy Lola a su última cita con la maldita o ¿bendita? RADIO, acompañada por sus hijas Raquel y Rebeca. Cuando la he despedido en la puerta del ascensor he tenido que hacer un sobreesfuerzo para no regar mis mejillas… El objetivo está claro, o eso parece: finiquitar el período de sufrimiento, que tras 33 sesiones —¡se suma a esta causa mi número favorito de siempre!— esperamos haya efectuado su trabajo con profesionalidad y honestidad, que seguro que sí.
La última semana, tras la también última sesión de QUIMIO, ha resultado durísima, y frustrante, para ella por el dolor constante a pesar de las alta dosis de morfina recibidas, y para algunos de los que estamos a su alrededor al verla cómo ha sufrido segundo a segundo sin que nada pudiéramos hacer nosotros para evitárselo. Ahora sólo resta esperar, una vez más vestidos de paciencia y arropados de la esperanza que se supone anida y yace en la CIENCIA, para que Lola —toda una heroína como tantas— pueda ir recuperando la normalidad, que para que nadie se lleve a engaño será dura e irá para días, con otro deseo más, que las secuelas sean las mínimas posibles.
Somos conscientes que nos ha cambiado la vida y que aún nos queda un largo camino por transitar, pero deseo que lo podamos recorrer con calma y sin más tortuosidades que los lógicos protocolos que esta maldita enfermedad establece a todo el que la sufre. Y ante la que, como Lola, hay que echarle mucho valor.
Bien es cierto que desde el primer día nunca hemos estado solos y ése es mérito —un extraordinario mérito— de todos vosotros, por lo que os estamos muy agradecidos; infinitamente agradecidos. Familia, amigos, conocidos, vecinos, paisanos de todos los pueblos… sin vuestro interés, vuestra preocupación, vuestros buenos deseos y en algunos casos hasta vuestras oraciones, es más que posible que no hubiésemos sido capaces de resistirlo. Y porque desde el primer momento de la llegada de la enfermedad quise darla visibilidad, quiero compartir el especial día de hoy con todos ustedes desde ese rinconcito de nuestros corazones donde os tenemos ubicados.
Y porque como ya tantas veces he dicho que vamos a ganar este partido, que la vida os reconforte con bienestar, paz y amor por todo lo mucho que nos habéis generosamente regalado! Nuestro abrazo y nuestros besos.
Y ya en conclusión os dejo con uno de los sonetos favoritos de mi vate El Ciego del Berrenchín.
DISCULPAS
Pasé por la vida sin hacer ruido
y procurando ser gente corriente
para vivir en paz, tranquilamente,
tan sólo con mi nombre y mi apellido.
Quien osara decir que fui imprudente
es que me ignora; pues fui precavido
escribiendo mis versos con sentido
y en acrónimo sello el remitente.
Mis excusas pido si hubiera herido
a quienes puede no lo merecieron.
No habrá debate, porque fue mi culpa
y estoy yo plenamente convencido.
Juro que es tan sincera mi disculpa,
que así, al menos, algunos lo entendieron.