Utilizar a personas fallecidas o los sentimientos de sus familiares con fines políticos es de ser rastrero y demostrar que se está desesperado… en política y en la vida en general.
Este martes, un concejal de VOX en Talavera –Gerardo Sánchez se llama– ha traspasado líneas rojas. Ha querido culpar de las muertes de una niña en Los Yébenes causada por un brasero y de dos estudiantes en Huelva por la combustión de una estufa al PSOE. Y se ha quedado tan ancho. Su excusa: que con las políticas de los socialistas hemos retrocedido 40 años y se producen accidentes como los citados.
Al ver estas cosas me pregunto… ¿en qué nos hemos convertido? O, mejor dicho, ¿de qué va esta gente? ¿Vale todo? ¿A ver a quién se le ocurre la burrada más grande? Este señor es el que comparte banco con el candidato de VOX a la Junta, el talaverano David Moreno, que también nos tiene acostumbrados a sus estrambotes y simulaciones de taumaturgo. Solo se me ocurren dos palabras: sin vergüenza.
De todos modos, cuecen habas parecidas por los sillones de quien quiere pactar con estos elementos. Alguien que cada día nos quiere hacer desayunar una rueda de molino que ha soñado por la noche. Y lo peor es que se la cree.
Paco Núñez, el que le hace ojitos a VOX, fue ayer retratado en el Senado por su querido presidente Alberto Núñez Feijoo, al que no se le ocurrió otra cosa que defender en el estrado de la Cámara Alta la política económica de Page. Vamos, que si Núñez estaba merendando se debió atragantar hasta el límite al comprobar que su líder le dejaba a los pies de los caballos. Fue ´CLORÍSIMO´. No entiendo cómo su nuevo portavoz, Santi Serrano, no previno el trompazo.
Veremos cómo se lo ha tomado este viernes cuando presente, por fin, a José Julián Gregorio como candidato del PP para Talavera. Éste tendrá que hacerse la foto obligada con su mejor enemigo, Carlos Velázquez. Ese que nos llamó paletos a los que defendemos el Tajo y no el Segura. Ese señor que también visitará Talavera sin rubor pese a obviarla días atrás en la conexión Madrid-Lisboa. En fin, ese señor.