Cuando los acontecimientos negativos se acumulan en torno a los seres queridos hay que ahondar en lo más profundo de cada uno intentando encontrar las fuerzas necesarias para afrontarlos. No caben otras cuestiones difusas, ni a donde asirse. La fuerza interna y el coraje para quienes durante su vida han sido luchadores para subsistir bien que lo saben. Uno lo tiene por presente en lo personal. Y aunque estoy ya retirado del mundano mundo de la prensa, rompo un pacto conmigo mismo justo el mismo día que mi Voz del Tajo -y la tuya- cumple 45 años de vida. ¡Qué paradoja que sea el medio -del que has sido anunciante y suscriptor durante muchos años- quien te dé el último adiós, AMIGO!
Es, por desgracia ya y porque no se produjo el milagro que deseábamos, tiempo pasado y hoy el presente nos trae a un José Antonio Maquedano García yacente tras unos días interminables luchando por seguir entre nosotros. Quien nos maneja desde el más allá no ha querido prolongar más su agonía; la que ha tenido a sus seres queridos en trance y a todos los muchos amigos que tenía, pendientes de una llamada, un whatsapp o una simple comunicación verbal. Y hay dolor, por supuesto, en todos, aunque sea más acuciante en su inseparable Pilar, su Sergio del corazón, su nuera, nieto y el que está por llegar y el resto de familiares. Y curiosamente acontecía en el mismo instante en que mi amada Lola y yo acudíamos a visitarte a tu habitación 236 del hospital talaverano.
Tu guitarra se ha quedado muda para siempre. Su oronda y simpática figura en el rincón de su Fogón del Gato -lo de las siete vidas de este felino es una patraña más de este mundo- se nos reflejará cada vez que pasemos el umbral de la puerta. Como su sonrisa o su chascarrillo. O cualquier pretexto para regañarte porque hace algún tiempo no le visitas. "Pero Toñín -como yo le llamaba muchas veces- si estoy en el pueblo.". ¡Claro, ya decía yo.! Me espetaba para justificar su queja. Ya no podremos retomar el pasado para rememorar las anécdotas vividas en su establecimiento -benlanguianas muchas- que pensábamos reflejar en un libro, porque por mucho empeño que yo ponga sus matices son imprescindibles. Y, además, son tantas.
Ayer, y hoy; y siempre te recordaremos Antonio tus muchísimos amigos, a los que ayer en el tanatorio te velamos reflejados en el dolor de tu Pili y de Sergio. No pudimos contener las lágrimas recordando tu bondad, tu alegría, tu buen humor, tu generosidad y tu pasión por la hostelería desde que siendo un niño llegado desde Alcaudete comenzaste a labrarte el porvenir en La Montearagueña, Los Alcores y tu obra magna: ese Fogón del Gato en Diego Pérez por el que ha pasado media Talavera.
Podría seguir y seguir honrando tu vida, pero ahora mismo tengo un nudo en la garganta recordando tantas vivencias y tantas anécdotas que las palabras no me fluyen con soltura. Simplemente decir que me salí con la mía. ¿Recuerdas que te decía que te tenía escrito tu obituario y te cabreabas.? Pues desgraciadamente se ha hecho realidad y bien que lo siento, bueno lo sentimos todos cuantos te hemos conocido y estado a tu lado. Espero, y deseo, que el tránsito te sea leve en este reencuentro con tus padres y los muchos amigos que te precedieron. Y si has de esperarnos algún tiempo no te preocupes que aquí seguiremos intentado apoyar a tu amada Pilar en todo lo que podamos. ¿Te parece bien?
En el epílogo de una noticia que hubiese deseado no escribir te dejo un soneto que bien podía ir dedicado a ti, Toñín. Bastaría con cambiar La Voz del Tajo por El Fogón del Gato para que fuese visible. Así que tu gente, que es la mía, la reciba con todo el cariño que tanto Lola como yo te hemos profesado y te seguiremos cultivando hasta que la memoria nos alcance. En un rato te daremos el último adiós, querido AMIGO.
A La Voz del Tajo en su 45º aniversario
La Voz del Tajo fue siempre mi casa,
porque desde antaño fue mi morada.
Mas ahora que el tiempo se nos pasa
tan deprisa y veloz que ya no es nada,
quiero recodar esos otros tiempos
de angustia en las inciertas madrugadas
pleiteando superar contratiempos,
que emergían en todas las jornadas.
Mas hoy -ya por la edad- llegó el reposo;
y está mi pluma en silencio y encorvada.
Sin llamas ya y apagado el polvorín
no hay noticia -pese a ser deseada-
que la pudiera rubricar Igroso.
Mas sea el Ciego el que lo ponga fin.