La falta de dinero es una fuente constante de problemas, pero también lo puede ser la llegada inesperada de una cantidad millonaria al bolsillo, por muy deseada que esta sea. Cada año, la lotería nos deja historias de personas que han visto cómo su estabilidad emocional y sus relaciones personales se rompían tras ser beneficiarios de un premio millonario.
El dinero desestabiliza, ya sea por exceso o por defecto, y así lo han reflejado también algunas películas como la española “Felices 140”, en la que la protagonista reúne a su familia para darles la noticia de que ha sido agraciada con dicha cantidad y abre la caja de Pandora: al mal ambiente se unen las estrategias de todos los presentes para quedarse con el dinero. El mismo tema se aborda en la norteamericana “Apuesta Final”. Con Matt Damon a la cabeza del reparto, se cuenta como se pone a prueba una amistad de años cuando uno de los miembros del grupo resulta agraciado con la lotería.
Pasa, pues, en la ficción, pero también en la realidad, sobre todo si los ganadores de cualquier cantidad millonaria tienen bajos ingresos y el cambio resulta muy radical. Influye también, explica desde Clínicas Origen la psicóloga Pilar Conde, que los agraciados tengan una personalidad impulsiva y problemas emocionales previos que los puedan llevar a buscar el bienestar en la recompensa inmediata. Y gastar dinero en cosas lo reporta, máxime si esas compras son de bienes materiales que jamás se habría soñado poseer. En la base de dicha personalidad, menos estratégica y más derrochadora, pueden encontrarse, añade la experta, un mal aprendizaje familiar sobre el gasto y el ahorro, además de dificultad para regular las emociones.
Pero los problemas que puede traer la entrada de una cantidad sobresaliente de dinero pueden proceder, como reflejan las películas antes mencionadas, de los otros. No resulta infrecuente que los nuevos millonarios se vean, de repente, rodeados de personas que les halagan o de amigos que nunca antes lo habían sido. Esta circunstancia puede propiciar la desconfianza y que paguen “justos por pecadores”, es decir, que el nuevo rico piense que todos, incluso sus amigos de toda la vida y sus familiares, le quieren por su dinero.
En este sentido, la directora técnica de Origen recomienda a los nuevos millonarios que continúen con su estilo de vida, incluyendo, por supuesto, a sus seres queridos. Es importante, advierte, no cambiar de costumbres y rutinas, mantener, en definitiva, el mismo entorno, a pesar del cambio de status.
Además, Pilar Conde, deja estos otros consejos para gestionar adecuadamente la llegada masiva de dinero y evitar que cambie (para mal) la vida de los afortunados.
Evitar las decisiones repentinas, no meditadas, que puede acarrear un premio de estas características. No sólo para no derrochar, sino para tomar conciencia del cambio de situación.
Elaborar una lista de prioridades en torno al dinero y situar en primer lugar las cosas que realmente hacen falta. Los caprichos pueden esperar.
Rodearte de profesionales. Lo primero, acudir a un asesor financiero de confianza para que ayude en la gestión del dinero a corto, medio y largo plazo.
Recordar que el bienestar no procede sólo de las cosas materiales, muy al contrario. Esto evitará que se tomen decisiones inoportunas relativas al cambio de vida.
Y, por último, si se tienen hijos a cargo, sobrinos u otros menores, no regalarles cantidades desorbitadas de dinero. Tal como recuerda la psicóloga, hay valores como el esfuerzo, la valía y la seguridad profesional que proceden de la cultura laboral, por lo que privarles de ella supone también una merma en su desarrollo futuro. Las experiencias personales en el estudio y el trabajo son facilitadoras, finaliza, de una buena autoestima y una autopercepción saludables.
Así pues, el dinero, aunque ayuda, no trae la felicidad. Un buen consuelo para quienes no ganen nada estos días y una máxima que no deben olvidar, pasada la euforia inicial, los nuevos millonarios.