OPINIÓN EN LIBERTAD
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Cada vez es más habitual la llegada de notas de prensa de la autoridad policial en la que constan robos, hurtos y otros delitos similares.
Su proliferación es muy preocupante, por lo que existe en la sociedad una desconfianza generalizada, una incertidumbre manifiesta. La coyuntura económica, archiconocida y odiada por los oídos de todos los españoles y parte del extranjero, hace estragos en el día a día de muchos desafortunados, una circunstancia que se agrava con las constantes noticias que corren a borbotones en los medios de comunicación sobre casos de irregularidades en la gestión de políticos, grandes empresarios y otras personalidades de renombre.
Hace pocas semanas, gente de mi círculo más cercano fueron víctimas de un robo en su vivienda, uno más pensarán ustedes, lo mismo que pensamos todos cuando no conocemos las consecuencias de estos sucesos. Nos hacen vivir atemorizados, porque nos quedamos con la sensación de que nos vigilan (nuestros trabajos, nuestros horarios, nuestros movimientos), para esperar el momento oportuno para dar el salto de ‘gracia’. Te pasas la vida trabajando para vivir, para tener cosas que te hagan la vida más fácil y placentera; sin embargo, otros, en poco más de una hora tiran por tierra muchos de tus sueños y proyectos. Y no es eso lo peor, me refiero como el último hecho acaecido en El Carpio de Tajo. El asesinato del joven de 38 años ha sido la consecuencia de lo que parece que iba a ser sólo un robo, al menos es lo que apuntan todas las hipótesis. La realidad la sabremos tarde o temprano, pero de momento, el susto está en el cuerpo. Ya no estamos seguros ni en nuestra propia casa. Además yo estoy convencido de que no son las familias que cada día acuden a Cáritas para tener algo que llevarse a la boca las que perpetran estos robos (no creo que sus almas estén tan sucias), sino unos desalmados para los que ni siquiera la vida del prójimo tiene más valor que un puñado de billetes o unos cuantos artículos de valor.
Al menos para mí la vida si que tiene un precio, lo que ya me parece deleznable es que uno no pueda estar a gusto ni en su propia casa. Tendremos que blindar nuestras viviendas o convertirlas en auténticas cajas fuertes...a lo mejor, ni así es suficiente.
Estoy de vuelta, habéis sido bastantes los que me habéis preguntado si había abandonado este espacio, pero no. Simplemente, el frenético ritmo de la actualidad ha impedido que las semanas anteriores pudiera ocupar este hueco de opinión. Pero gracias a todos los que me leen cada semana y luego tienen un rato para decirme su postura al respecto de lo vertido aquí. Que grande es el debate.