Al año 40.000 españoles son diagnosticados de Alzheimer, la demencia degenerativa más importante que existe por su frecuencia, y una enfermedad en la que se produce un deterioro cognitivo progresivo que afecta a áreas como la orientación, la memoria, el lenguaje, o las capacidades para realizar actividades que antes podíamos hacer.
"Desafortunadamente es un cuadro lentamente progresivo que padecen gran número de pacientes en el mundo", subraya a Infosalus el doctor Rafael Arroyo, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), 800.000 personas padecen Alzheimer en España. "Es la enfermedad que mayor discapacidad genera en las personas mayores", afirma la entidad.
Y es que, según detalla el neurólogo de Quirónsalud, conforme aumenta la esperanza de vida, y debido que el Alzhéimer es una enfermedad muy edad-dependiente, se cree que en los países donde aumenta la esperanza de vida será en unos años una enfermedad muy prevalente.
"Es algo más frecuente en mujeres que en hombres, aunque no conocemos la causa de este hecho con exactitud. Puede ser porque la esperanza de vida de la mujer es mayor. La prevalencia tanto en hombres como en mujeres es muy alta, sobre todo a partir de los 80 años", destaca igualmente este experto.
¿A PARTIR DE QUÉ EDAD SUELE DEBUTAR LA ENFERMEDAD?
El doctor Arroyo señala que la enfermedad tiene más frecuencia a partir de los 70 años, momento en el que se calcula que un 8% de la población puede padecerla. "A partir de los 80 se incrementa y puede llegar a afectar a entre el 15 y el 20% de la población. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida tanto en hombres como en mujeres es superior a los 80 años podemos considerar la importancia de la enfermedad", agrega.
Es más, mantiene que hay un porcentaje menor a un 1% de desarrollo juvenil de la enfermedad de alzhéimer, en las que se inician los síntomas a partir de los 40 años, "pero son casos muy excepcionales", y donde el componente genético "es muy alto".
SOSPECHAR DE QUE ALGO NO VA BIEN
Como en casi todas las enfermedades, cuanto antes se detecten, mejor. De ahí que el jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid indique que esos primeros síntomas que pueden hacernos sospechar de Alzheimer son variables, aunque los más frecuentes son los olvidos, que generalmente refieren los familiares del paciente.
"Algunas alteraciones en la orientación, o bien problemas para encontrar palabras; unido a alteraciones en la conducta y en el carácter pueden convertirse en indicios de sospecha. Cuando estos datos empiezan a incidir en la vida cotidiana, aunque sea de forma muy leve, podemos tener sospechas de que se podría estar iniciando la sintomatología de la enfermedad de alzhéimer, y hay que consultar a un especialista que tenga experiencia en esta enfermedad", resalta.
EL DIAGNÓSTICO DEL ALZHEIMER
A juicio del doctor Arroyo es muy importante que un neurólogo con experiencia conozca la sintomatología del paciente, y después ve fundamental realizar pruebas de imagen, tipo tomografía computarizada o resonancia magnética del cerebro.
"Es imprescindible completar estas pruebas con una evaluación neuropsicológica completa para ver lo que denominamos los 'dominios cognitivos'. Dependiendo de esos dominios cognitivos (en memoria, orientación, lenguaje, capacidad de ejecutar acciones, entre otros) determinamos el perfil del paciente. No hay que olvidar que es frecuente que el paciente no reconozca sus déficits, lo que a veces complica el abordaje", añade.
Para completar este tipo de estudios existen técnicas de Medicina Nuclear que consisten en la detección de proteínas en el líquido cefalorraquídeo o a través de PET, que también ayuda a definir mejor desde el punto de vista biológico la enfermedad de alzhéimer.
A su vez, el neurólogo subraya que en los últimos años ha habido un campo importante en la detección de la enfermedad de alzheimer a través de biomarcadores: "Los que estamos midiendo son proteínas tóxicas y que, si no son la causa, participan en el proceso neurodegenerativo. Existen dos proteínas: la Beta-amiloide y la Tau, que son los biomarcadores que nos están ayudando a definir mejor la enfermedad. Se pueden obtener a través del estudio del líquido cefalorraquídeo en laboratorios muy especializados, o por medios de PET, sobre todo para la detección de Beta-amiloide".
Eso sí, reconoce que se trata de técnicas que no se utilizan en la práctica habitual pero que, poco a poco, se irá generalizando su uso en la práctica clínica habitual para la detección cada vez más precoz.
"En cuando haya quejas subjetivas es importante realizar evaluaciones neurocognitivas especializadas en las que se pueden apreciar pequeños signos de que empieza la enfermedad, aunque sea asintomática. Estamos avanzando en proyectos de investigación en el análisis biomarcadores, tanto en líquido cefalorraquídeo como en PET, buscando una forma asintomática en la que podemos diagnosticar el alzhéimer y dentro de protocolos de investigación podemos incluso tratar a estos pacientes en los que hayamos encontrado biomarcadores claros y evidentes, aunque no muestren síntomas", sostiene.
POR QUÉ NO FUNCIONAN DEL TODO LOS TRATAMIENTOS
En última instancia, el jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid apunta que en estos momentos los resultados de los tratamientos frente al Alzheimer son "moderados", y fundamentalmente apunta a dos causas: no haber obtenido los fármacos que alteran ciertas proteínas que creemos que tienen una importancia capital en la enfermedad; y segundo, que solemos llegar un poco tarde a la hora de instaurar los tratamientos.
"En estos tratamientos toda la investigación se centra en hallar nuevos fármacos, muchos son anticuerpos monoclonales, que bloqueen las proteínas Beta-amiloide y Tau y en estadios más iniciales e incluso en asintomáticos; como estamos desarrollando en nuestro centro", valora el doctor Arroyo, de Quirónsalud Madrid.
Por eso, reitera en la importancia de una detección precoz de la sintomatología, especialmente para la orientación de los familiares: "Es una enfermedad con una carga familiar y social muy importante y la información correcta, el apoyo de la familia y que tanto el paciente como sus familiares lleven una vida ordenada y rutinaria y que sepan cómo hay que reaccionar y se debe comportar la familia, tiene una importancia capital a la hora de que la vida social del paciente sea lo más adecuada a largo plazo".