Mañana te puede tocar a ti
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Según avanza el curso se ponen los exámenes más difíciles, sobre todo en la política. Pero, realmente, al lector de periódicos –que afortunadamente siguen siendo muchos– cada día le interesa menos lo que se digan los unos a los otros y buscan impacientes las soluciones que nunca llegan.
El divorcio sociedad-políticos es un hecho que ni el más cínico puede negar. Y vuelvo a obviar los colores porque en todas las ollas cuecen habas. Ahora le toca más al Partido Popular recibir miuras por aquello de encontrarse ‘en el poder’ pero en la otra acera, la izquierda, tampoco descansan a costa de uno u otro escándalo.
Mientras, unos y otros lanzan piedras al contrario en forma de acusación medio fundada para desgastar a cada líder a costa de que uno presente la declaración de bienes u otra demuestre que no ha usado helicópteros públicos. Si les digo la verdad, la gente –esa gente que vota cada cuatro años, que es cuando tiene cerca a los candidatos y nunca más– está harta, desesperada, descorazonada, sin rumbo, sin esperanza... hasta los cojones.
Porque, cada día más, España se parte en dos desde los banquillos de cada parlamento o de cada ayuntamiento hasta cada conversación de bar. Es fácil recordar cómo, tiempo atrás, las porfías políticas se saldaban con ‘otra ronda’. Ahora da miedo defender una postura o criticar otra ‘por lo que pueda pasar’ cuando llegue a oídos de tal o cual lo que piensas, aunque no milites en ningún partido y sólo digas lo que piensas desde la más absoluta de las inocencias.
España ya no es país libre para expresar opiniones, pero no es de ahora; hace tiempo de esto. Ahora ya la cruz es muy pesada. Pero no tanto como la que llevan a cuestas tantos miles de familias que no saben si mañana dormirán bajo el mismo techo. Que me diga un político si esa situación puede ser la idónea para educar a unos hijos, para crear un proyecto de futuro, para transmitir alegría a las generaciones futuras. No, es mejor olvidarse de la zozobra emocional de cada niño que ve a sus padres sufrir por no poder seguir pagando la hipoteca y no saber si al día siguiente se lo encontrarán colgando de una soga en la viga del salón. Eso sí es importante y no seguir insuflando dinero a empresas muy bien saneadas como las entidades bancarias.
Y está claro que no puede haber ‘café para todos’ porque muchos se aprovecharán de la situación extrema de los más desfavorecidos para sacar tajada y librar sus vergüenzas pero el común de los ‘no pagadores’ no tienen dónde caerse muertos. Y eso es grave.