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LECTURAS DE VERANO

¿Recuerdas? La muerte de un profesor

¿Recuerdas? La muerte de un profesor
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Fallece el profesor Carlos García-Verdugo Garrido, hijo del fundador del Colegio Cervantes de Talavera de la Reina. Magnífico obituario de Ismael Sánchez de la Fuente

miércoles 06 de julio de 2022, 19:00h

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Esta era la noticia de nuestra “VOZ” rubricada por el maestro Eladio Martínez. En la lluviosa tarde del día 14 de enero de 1977, acompañamos a su última morada los restos de un gran amigo de todos y un gran talaverano: Carlos García-Verdugo Garrido. Talavera en pleno estaba representada en el inmenso gentío que acudió? a rendirle su último homenaje, en muda manifestación de dolor por algo muy querido por todos que se nos iba para siempre.

Grupo de alumnos de aquella época

Carlos García-Verdugo había dedicado su vida a la enseñanza. Aprendió́ esta noble vocación de su padre —Carlos García-Verdugo, 1889-1965—, de inolvidable recuerdo para los talaveranos, y la siguió́ con el mayor entusiasmo y con la nobleza y bondad que eran congénitas con él. Millares y millares de chiquillos, muchos de ellos hoy hombres influyentes y situados entre la élite de nuestra ciudad, pasaron por las aulas de su Colegio Cervantes, único centro donde se impartían las enseñanzas de Bachillerato recién terminada la contienda civil, y que durante bastantes años estuvo completamente solo en tan importante labor docente.

Fue durante toda su vida un trabajador incansable y un hombre de bien. Ferviente católico, supo en todo dejar ejemplo y su vida se gastó en el ministerio de la enseñanza. Hombre entrañable y cordial, formó una familia penetrada de las más entrañables virtudes hogareñas. Amigo de todos, se ganó el afecto y la estimación de todos sus conciudadanos. Descanse en paz del Señor quien toda su vida supo vivirla cristianamente y reciban sus familiares, nuestro más profundo pésame por tan irreparable pérdida.

Uno de los equipos de fútbol del colegio

Y en la pluma de otro maestro, esta vez, Ismael Sánchez de la Fuente, su magnífico obituario.

REQUIEM POR MI MAESTRO

Una tarde parda y fría
De invierno. Los colegiales
Estudian. Monotonía
De invierno tras los cristales.

Antonio Machado.

Aquella tarde como esta tarde, tarde de gris transido y lloriqueo lluvioso. En la tierra, más tierra todavía porque la ablanda el agua, la muerte cava un agujero. Paradójico es pero la tumba origen da a escenas renacidas. Me reconcome el pico, el azadón, la pala del recuerdo entraña adentro y me rastrea el alma. Mi profesor ha muerto. Su muerte resucita Su muerte resucita en mi memoria un tropel de vivencias infantiles, de añeja adolescencia. Su muerte resucita en mi corazón la admiración, dormida, por el hombre cabal, el hombre justo, austero; por el profesor serio y honrado, tramposamente duro, verdaderamente tierno; por el respetuoso y respetable profesor; por el hombre, Don Carlos: Don Carlos, mi maestro.

Y él me trae a otro Carlos venerable, a otro Carlos padre suyo, hijo humanista, humano y sabio, tan anciano en sus carnes como en su alma joven. Cerca de mí los dos, en este instante, instante de los puntos sobre íes, quisiera enarbolar en pro de ellos la bienhechora bandera de sus dones: la Enseñanza.

Una vida docta doctoró a la otra. ¡Bendita herencia del saber cedido! No hay nada comparable en este mundo al mérito de dar...! ¡Y dar cultura!

Don Carlos se embebió en su padre y en su padre nos enseñó honrar al nuestro, a respetarle, a obedecerle, a amarle. No hay ejemplo mejor que ser ejemplo.

Vuela nostálgica mi mente por entre mármol y cipreses, embadurnada de ajados amarillos fotográficos. El viejo, rancio y afónico gramófono nos apunta lecciones de un idioma extraño. Don Carlos, circunspecto, me preguntaba el significado de una frase para mi nueva: Gentleman. Me muerdo el labio, entorno la mirada, rebusco en mis conceptos castellanos, (la parva es corta y el bieldo distraído) Gentleman es... es... Y lo sabía, pero no me "salía" y me decía: gentleman es... es... Pensándolo y callándolo luchaba por contener una respuesta: ¡Usted! Y no me contradigo pero digo que más que gentleman era un caballero. Caballero a caballo de lo auténtico, lo sincero, lo real, lo verdadero. Lanza en mano, regla de madera y adarga de papel, textos de estudio, enderezó fantasías infantiles, sueños de la niñez. Esos sueños de futuros sonrosados que, arrobándonos, robándonos quedaban lo mejor de nosotros: nuestro ayer. Y qué voz, esa voz que insinuaba: vive tú hoy, cultiva tu presente, que el mañana de este ahora brotará...

Se fue el maestro, quedó su magisterio. Nos deja un testimonio, su conducta, su obra, su valor. Dichoso ese hombre que un legado deja tan hermoso y humano, su enseñanza, sabiendo que es la abeja que propaga el polen de la ciencia y el saber.

Al Colegio Cervantes en una tarde, como esta tarde, tarde plomiza y lluviosa, filosofal y triste, enternecido en sus paredes almenadas, le chorrea una naciente hiedra de esplendores pasados. La torre de la Colegial llanto de bronce, por quien se fue, derrama. En la plazuela la de sabor antiguo, en su más definida arquitectura, el musgo de la nostalgia reverdece a un sol de inviernos y de nieves. En mis piedras de antaño doloridas, hurga la guadaña por entre hendiduras de evocaciones y recuerdos. Relumbra el sol de una cristiana muerte, vida en Cristo, en la cumbre del más allá. Don Carlos hecho luz, luciendo hechos, en mi negra pizarra de sombras, dudas, escepticismos y recelos me vierte el brillo blanco, nívea tiza, de su última lección”.

El profesor y los alumnos

"Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
Mas todo el coro infantil
aborrece la lección:
''mil veces ciento cien mil,
mil veces mil un millón".
Y se fija en el cartel
que representa a Caín
fugitivo y muerto Abel
junto a una mancha carmín".

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