Nuestro viejo marino comenta:
—Nos acercamos a las elecciones autonómicas andaluzas que ya han levantado algunos titulares a nivel nacional y los primeros movimientos desde los diferentes partidos, con lo cual podemos intuir que nos esperan unas fechas en los que no nos vamos a aburrir y tendremos muchas oportunidades para comentar acontecimientos y refriegas de todos los partidos. Lo típico en campaña electoral.
Dentro del morbo y el acicate electoral no se puede pasar por alto que es la primera campaña a la que se enfrenta el «nuevo» Partido Popular, que no deja de ser lo mismo que el viejo, pero con un nuevo presidente que tiene ante sí unos cuantos retos, como conseguir recuperar lo que llaman un «amplio espectro electoral» que va desde el centro, incluyendo antiguos votantes de Ciudadanos, pasando por la derecha y recuperar ese electorado que actualmente vota a VOX.
De momento, en esta primera prueba de fuego para ver los resultados de esa estrategia y de ese discurso más centrista y moderado, no les resultará muy difícil, porque el candidato, Juanma Moreno, es un claro exponente de ese estilo.
Todo este devenir evoca algunos acontecimientos recientes y pasados. Entre los recientes están las palabras de Núñez Feijóo en Barcelona ante lo más granado del empresariado catalán, como es el Cercle d’Economía, que ha mirado para otro lado, desde tiempo inmemorial, en muchas de las irregularidades e ilegalidades que ha cometido la Generalitat, arengándoles a propiciar que «la nacionalidad catalana recupere su liderazgo en España».
Sin tregua, Elías Bendodo, con muy poco margen de tiempo, suelta lo del «Estado plurinacional» que su presidente le rectifica inmediatamente.
Estos ejemplos recientes vislumbran un problema de base en los últimos años del PP sobre su identidad y definición política nacional, asumiendo discursos de otras ideologías y de independentistas.
Interviene la joven profesora:
—Es cierto que el encaje del mapa autonómico fue una preocupación desde la Constitución, aunque, a diferencia de muchas voces actuales, el problema no está la Carta Magna, sino en la interpretación y el uso espurio que se ha hecho de ella y las imperdonables veleidades de los gobiernos nacionales a lo largo de los años.
Hay un error de base, con independencia del color del ejecutivo, al pensar que una actitud «pastelera», con concesiones, transferencias y prebendas, el problema desaparecería. Sin darse cuenta que la voracidad independentista es insaciable, que carecen de lealtad institucional y aprovechan cualquier debilidad para avanzar en sus propósitos.
Por ello, no se puede «estar medio embarazado», no valen las medias tintas. Al final desembocamos en que la firmeza institucional, haciendo cumplir las leyes y no permitiendo subterfugios; en definitiva, lo mismo que se exige a los ciudadanos, es el único camino a seguir.
El marino sugiere:
—Es evidente, a lo largo de los años, que la deslealtad de los partidos independentistas catalanes, los filoetarras y los deshonestos peneuvistas vascos ha sido una constante, aunque no se quedan atrás algunos de la izquierda, como los «podemitas», sus satélites y el PSOE.
Recordemos que, con motivo del 90 cumpleaños de Santiago Carrillo, en la cena homenaje, Gregorio Peces Barba dijo lo de «aquí estamos los buenos», con aquella frase se enterraba el «espíritu de la Transición». A partir de ahí, y en aquella época vimos el «pacto del Tinell», el cordón sanitario a la derecha o los votos de los jueces socialistas en el Tribunal Constitucional para legalizar a ETA-Batasuna. Desde entonces, nada ha sido igual.
La tolerancia, el sentido democrático o el respeto a los derechos individuales no puede estar reñido con el cumplimiento de las leyes y con la protección de algunos valores que son la esencia de nuestra cultura. No se puede tener «medias tintas» ante extremismos, incumplimientos de las leyes y ataques al Estado y sus instituciones. Admitir esto no solo no es democracia, sino que dinamita sus bases.
Prosigue la joven profesora:
—El «nuevo PP» debería revisar algunas cosas de su pasado reciente, porque, a lo mejor, en esa política que llaman centrista y que otros, que antes les votaban, ahora la denominan «pasteleo» y abandono de su electorado.
Entender que una actitud tolerante, que trabajar para solucionar los problemas de determinados colectivos, no debe estar reñido con desenmascarar políticas de adoctrinamiento, que lejos de solucionar dilemas, lo que acaba haciendo es enquistarlos en la sociedad.
Posiblemente no sería baladí que este «nuevo PP», en los momentos que estamos viviendo, dieran la batalla de las ideas, de los valores y del rearme moral y ético. Alejarse de ese tópico y excusa de «ser buenos gestores», porque la gestión económica es importante, imprescindible y necesaria, pero no es lo único, para gobernar hace falta algo más.
Remata el marino:
—Nos estamos poniendo trascendentes. Si bastante tenemos con manejar nuestras vidas, cómo vamos a sugerir que deben hacer los políticos. Creo que va siendo hora de levantarse y aprovechar la primavera para ir a navegar.
Se sonríen, se levantan y se encaminan, disfrutando del sol, a la playa.