¿Las redes sociales son un veneno para la convivencia pacífica? En absoluto NO. Es su mal uso lo que las convierte en pócima poco recomendable para su consumo; nadie me va a quitar este sentimiento-pensamiento. Menos aún la pandilla de necios, cretinos y estúpidos que por ellas pululan a diario, casi siempre bajo el falso perfil del anonimato y con total y absoluta impunidad.
Cobardía llamo yo a eso. Pero bueno, es el caldo de cultivo para quien está sometido a convivir a diario —minuto a minuto que diría el Cholo— con sus errores, creyéndose los MVP de cualquier comparecencia. Y es que se repiten como el ajo intentando justificar lo que el sentido común al uso —al menos en las gentes de bien— les niega por razonable, por obvio y por social.
Este sábado el laureado Real Madrid disputa la final de la Champions en París. Como se trata de un deporte —el juego en su concepto más elemental— los merengues de Carletto podrán ganar o perder en el tiempo reglamentario, tras la prórroga o en la tanda de penaltis. Tras sus épicas remontadas ante los equipos-estado (PSG y City amén del Chelsea) no me imagino a nadie del madridismo masacrando o vilipendiando a la plantilla. Ni aunque el resultado final hubiese resultado escandaloso, es casi seguro que el aplauso de los allí presentes no les será negado.
¿Y por qué eso —que de momento presento como hipótesis— no sucede en otros lugares? Aunque no lo sé con exactitud, al menos lo intuyo. Las hostilidades que últimamente se han recogido en determinados foros del fútbol no tienen, a mi humilde entender, una explicación razonable. Ofrece datos de la tiranía y la esclavización que unos cuántos desarrollan sobre una minoría que les sigue el juego para no sentirse menoscabados por sus “jefes de tribu”. ¿Producto de su ignorancia? Lo dudo; más bien me parece la irrupción —por supuesto que innecesaria— de una parva de estúpidos, necios y cretinos que rinden pleitesía a los que parten el bacalao en su propio blog.
A raíz de mi último artículo en La Voz del Tajo lo he vuelto a comprobar como ya lo presumía –y además lo advertía— y no me ha pillado de sorpresa. No han sido muchos, ciertamente; y por el contrario han sido infinitamente más los coincidentes con mi exposición. Lógico porque nuestra sociedad aún mantiene estándares de sano juicio para la pacífica convivencia. De ahí que no les vaya a responder —no merece la pena— no sea que vuelvan otra vez a confundir culo con tetas y gimnasia con magnesia. No he escrito en 40 años jamás al dictado de nadie porque era la única asignatura —bueno, y Música porque tengo orejas pero no oído— que suspendía; mucho menos lo voy a hacer ahora ya jubilado y a las puertas de ser septuagenario. Faltaría más. El que algunos —necios, cretinos y estúpidos— nos sigan odiando es señal inequívoca de que “ladramos; luego cabalgamos”. Que tengan un buen fin de semana y les dejo con mi último soneto.
PARA EL GRUPO INVERSOR
Debiera dar la cara ya en las ondas
—usted César Muñiz— por todos ellos,
defienda sus cabezas, sus cabellos,
si crees lo merecen. No te escondas.
Apelo a vos, que siendo el director
de éste, un proyecto serio y bien dotado,
resultó ser un bluf y ha fracasado
por algo que no sabe el inversor
y que pienso yo te voy a desgranar.
No es bueno, menos sabio, que un trabajo
se asigne solo a alguien por amistad;
después vienen yerros, y en mi verdad
muchos son. No debiste renovar
a quien no llega a Pedro ni al zancajo.
Si (
No(
