Un nuevo estudio estadounidense afirma que han encontrado una molécula que rejuvenece los cerebros envejecidos y permite recuperar la memoria. Sin embargo, es un avance muy preliminar y observado solo en ratones, pero un pequeño hilo a seguir en busca de conseguir la cura del alzhéimer.
Esta investigación se inició bajo la premisa de que los órganos del cuerpo tienen la capacidad de regenerarse, pero con la edad se empiezan a producir moléculas que entorpecen o anulan esa capacidad.
El estudio liderado por Tony Wiss-Coray, una eminencia en la experimentación con ratones, buscaba nuevas moléculas rejuvenecedoras. Básicamente el experimento consistía en intercambiar el líquido cefalorraquídeo (sustancia transparente e incolora que baña el sistema nervioso y el cerebro) de ratones jóvenes a ratones ancianos.
La transfusión hizo que roedores que no podían recordar una sencilla secuencia de eventos: primero se enciende una luz y después sufren una pequeña descarga eléctrica fueran capaces de recuperar esta capacidad. Al encenderse la bombilla se ponían alerta. Habían recuperado la memoria.
Los científicos analizaron el cerebro de estos animales y comprobaron que habían comenzado a generarse nuevos oligodendrocitos, un tipo de células que componen la sustancia blanca del cerebro y que sirven de sustento para la sustancia gris donde están las neuronas. En definitiva, los científicos han identificado una proteína del líquido cefalorraquídeo joven llamada Fgf17 que es capaz de activar la producción de oligodendrocitos jóvenes por sí sola.
El alzhéimer se ha curado en ratones un sinfín de veces, pero se sigue sin tener ni una sola cura para personas, recuerda Jesús Ávila, veterano investigador de esta enfermedad en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO-CSIC). “Aún no sabemos por qué sucede esto”, reconoce. Parte de la explicación puede estar en que ratones y humanos llevan millones de años de evolución por separado.
Uno de los grandes problemas de la búsqueda de una cura para el alzhéimer es que el cerebro está aislado del resto del cuerpo por una férrea barrera inmunológica y hematológica que hace muy difícil llevar fármacos hasta él. Usar líquido cefalorraquídeo también puede conllevar dificultades, pues se extrae con una punción en la parte baja de la espalda que atraviesa la columna vertebral hasta llegar al sistema nervioso.