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Los enterradores

Los enterradores

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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El robo del dinero público, la acumulación ilícita de patrimonio, las cuentas en paraísos fiscales, los sobres de dinero negro, los EREs, el nepotismo y otros vicios repugnantes que constituyen el día a día de la partitocracia española son la consecuencia lógica de vivir en un ambiente sucio y degradado [...]
[...] donde el servicio al pueblo ha sido sustituido por el egoísmo y donde los partidos, blindados con impunidad y un poder casi absoluto, se han transformado en maquinarias que destruyen los valores, esparcen la degeneración y ruindad, saquean las arcas públicas y humillan al ciudadano, que en teoría debería ser el soberano de la democracia.

Solo ETA supera a los grandes partidos como asociaciones que agrupan a malhechores. Las aproximadamente 800 causas abiertas contra miembros de partidos políticos por corrupción representan aproximadamente el diez por ciento de la realidad porque la inmensa mayoría de los delincuentes políticos se escapan sin pagar por sus fechorías, sin devolver lo que han robado al erario público y manteniéndose en un estatus privilegiado.

Algunos medios de prensa, incluido alguno cercanos al PP, como ABC, piden ya abiertamente una "regeneración" de la vida política española, asustados ante el inmenso tamaño de la corrupción, que afecta ya por igual a la derecha, a la izquierda y por su puesto, al nacionalismo.

Lo único capaz de terminar con la mafia y tiranía que genera la clase política española, comenzando por los dos grandes partidos, es o una revolución, pero en este país, la gente solo toma las calles y plazas cuando gana la selección de fútbol o bien, que de una vez, nos intervengan desde Europa con el rescate.

Hace tres décadas, los españoles eramos el pueblo europeo con mas fe en la democracia, pero hoy somos, junto con Grecia, el que menos cree en ella. Y no, no es culpa de la crisis, como afirman los políticos, sino de ellos, de su desgobierno, privilegios, arbitrariedad, corrupción, abuso de poder y privilegios mantenidos a costa de empobrecer a los ciudadanos y enterrar la prosperidad.

Los robos, desfalcos y saqueos se podrían eliminar muy fácilmente endureciendo las leyes, pero la suciedad que ha arrastrado a la clase política a estar enterrando la democracia no tiene cura y requiere que la política española sea reseteada y comience de cero, con otro tipo de personas muy diferentes a la que los ciudadanos vigilen y exijan decencia, valores, capacidad y honradez.

Ellos, los políticos, están siendo los verdaderos enterradores de la democracia, los valores y la felicidad de las personas.
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