En la tarde de ayer Castellón vivió un día grande del toreo, de esos que hacen historia. Un cartel de figuras como lo son El Juli y Roca Rey, y al que se unió un recién llegado que quiere convertirse en figura, Tomás Rufo.
A los tres matadores les aguardaban 6 toros de Domingo Hernández, que acabaron desorejados prácticamente todos. El Juli desorejó a su primero a base de naturales ligados que querían encontrar finales atrás sin despegarse del cuerpo y al segundo le cortó una oreja en una faena de oficio.
Roca Rey no se quiso quedar atrás y, a pesar de recibir el peor lote de los tres, fue capaz de obtener doble premio con su segundo toro haciendo gala de su capacidad para quedarse en el sitio y empujar al animal para ir cuando quería quedarse.
Pero la gran figura de la tarde fue Tomás Rufo. El torero de Pepino nacido en Talavera no se arrugó y dio muestras de que hay torero para rato. La lentitud de los pases y su manera de parar el tiempo en cada embestida sirvió para que el público castellonense se volcara en cada lance.
Dos orejas y petición de rabo con su primer ejemplar y otras dos con su segundo. Una manera de cerrar la tarde difícil de olvidar para los tendidos. Entregado al toro y al toreo, Tomás dio una versión extraordinaria de su concepto de la tauromaquia. Temple, torería y disfrute para poner el broche de oro en el coso de Castellón.
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