El Partido Popular, nos ha brindado un esperpéntico y divertido espectáculo, si no fuera porque es un momento especialmente delicado por la pandemia, la inflación y las incertidumbres sociales, económicas y geopolíticas.
Nuestros amigos están con un ojo en el café y el otro con las noticias sobre la crisis en el PP. El viejo marino comenta:
—El panorama que nos está ofreciendo el Partido Popular es de lo más estrafalario que se ha visto en todos los años de democracia. Es evidente que nivel de los políticos, en general, ha decaído a niveles insufribles, pero este vodevil ha superado con creces todo lo que se podía esperar de un partido de gobierno.
Interviene la joven profesora:
—El PP después de un decepcionante resultado en las elecciones autonómicas en Cataluña, recibió un balón de oxígeno con los resultados obtenidos en Madrid. Aunque que ese importante éxito, tal como se ha demostrado con posterioridad, no se debe al partido, sino a Diaz Ayuso. A partir de ahí los celos infantiles de esa «chupipandi» que se cree que está todavía en NNGG han hecho el resto.
Los forcejeos, el navajeo que se ha visto es inexplicable. Mientras los electores demandan una oposición que haga una política sólida y racional ante la deriva del gobierno de Sánchez; esa cúpula estaba entretenida en pactar con el PSOE por debajo de la mesa. De otro modo no se entiende la renovación del Tribunal Constitucional, la Cámara de Cuentas o frenar la denuncia contra Óscar López por el cobro irregular de dietas cuando presidía Paradores, entre otras cosas.
Continúa el marino:
—Siguiendo esa génesis de campañas electorales, habrá que añadir la de Castilla y León. Con unos resultados para el PP bastante mejores de los que cabría esperar, a pesar de las encuestas iniciales, demasiado triunfalistas cuando en esas elecciones anticipadas no se presentaban ante el electorado, precisamente, con las manos llenas.
Pensaban que el ministril Garzón les había hecho la campaña con sus declaraciones sobre las ganaderías y la calidad de la carne. Mañueco y la dirección de su campaña olvidaron aquella frase de Charles M. Talleyrand, «Todo lo que es exagerado es insignificante», ciertos temas no se pueden alargar hasta el infinito y ese electorado urbano, ese electorado que no vive del mundo rural posiblemente estaba ávido de otro tipo de propuestas que les ilusionaran.
Además, la gestión del PP, después de tantos años de gobierno, no ha sido excepcional, solo basta ver el impacto de algunos impuestos en las diferentes autonomías para ver que el de IRPF, si bien no está en los más altos, está en la media, pero alejado de otras comunidades, entre ellas Madrid. En el impuesto del Patrimonio —que no existe en Europa, excepto Noruega y Suiza—, Castilla y León ha sido una de las últimas en eliminarlo; el de Sucesiones está entre los más altos de España y en el de Donaciones, junto con Extremadura, el más alto.
Interrumpe nuestra amiga:
—Es cierto que, posiblemente, después de tantos años de gobierno popular, haber acometido cosas como éstas hubieran ayudado, porque bajar impuestos, aunque desde la izquierda lo estén denostando, y aunque sean contrarios al monetarismo económico, la curva de Laffer existe y está demostrado que la bajada de impuestos crea ese círculo virtuoso que mejora la economía, el empleo y aumenta la recaudación fiscal.
—Lo cierto es que —sigue el marino—, Mañueco y el PP no han ganado las elecciones; las ha perdido el PSOE y Unidas Podemos, pero en lugar de celebrarlo, crear un gobierno estable, un programa de gobierno vigoroso que pueda ilusionar y crear nuevas esperanzas el PP nos obsequia con este espectáculo y abre una espita de agua para que se hunda el barco.
Vuelven a pegarse el enésimo ‘tiro en el pie’.
Todo lo que ha ocurrido es patético. Una vez más, de forma inaudita, desvían el foco y acaban mirando al dedo en lugar de a la luna.
Nuestra joven amiga añade:
—Como anécdota, entre las muchas cosas que están ocurriendo, en esta crisis, entiendo el malestar de los militantes del PP, entiendo su crispación y entiendo la decepción al ver unos líderes mediocres, con ideas huecas y entregados a mantener su propio statu quo, en lugar de hacer una verdadera política de oposición ante un gobierno débil, preocupado en mantenerse en el poder a cualquier precio, pactando con partidos desleales como los independentistas catalanes o los etarras vascos, mientras vende una política triunfalista en un momento en el que la inflación está avisando que habrá de reducir los estímulos ofrecido por el Banco Central Europeo (BCE), lo que puede llevarnos a la estanflación, aunque de momento lo que tenemos es esa inflación que como se sabe es «el impuesto de los pobres».
Lo entiendo todo, pero no comparto esa manifestación de sus propios militantes en la puerta de la sede central del PP. Estos hechos no parecen ser el mejor de los ejemplos y dice mucho de una cúpula que ha permitido que se llegue a ese punto.
El marino concluye:
—Lo sorprendente de esta crisis del PP, es el gusto por «pegarse tiros en el pie» cuando las cosas se les ponen de cara y ha puesto de relieve la mediocridad y escasa valía de Pablo Casado y Teodoro G. Egea, que se han sentido más cómodos en la oposición, sin sufrir el desgaste de gobierno. Aunque el país reclame lo contrario.