No voy a entrar en estas líneas a valorar ninguna de las dos actuaciones sobre las que trata este texto, sino que me limitaré a poner de manifiesto la doble vara de medir utilizada por el gobierno y todo el abanico de socios parlamentarios que le apoyan respecto a ellas.
La pasada primavera, el Boletín Oficial del Estado publicó una modificación legal, aprobada a instancia del que el fallecido Rubalcaba denominó "gobierno Frankestein" y con los votos a favor del resto de sus socios. Modificación que despenalizaba las actuaciones de los piquetes que los sindicatos dedican, muchas veces desde la coacción y la violencia, a impedir el libre ejercicio del derecho al trabajo de aquellos trabajadores que no quieren secundar una convocatoria de huelga.
Por otro lado, estas mismas fuerzas políticas, desde el PSOE a Izquierda Republicana, pasando por Podemos, así como los medios de comunicación afines, claman ahora pidiendo la prohibición y penalización de las actividades de los grupos pro-vida frente a las clínicas abortivas, a través de las cuales allí manifiestan sus posturas contrarias al aborto.
Unos comportamientos se despenalizan y santifican. Para otros se pide persecución y prohibición. Tú hablas y tú te callas. ¿Hay algún otro motivo para este trato opuesto que la sintonía y proximidad ideológica con unos y la máxima distancia respecto a los otros?¿Es propio de una democracia esa desigualdad?. Cada cual que saque sus conclusiones.