Según datos que maneja TKE Home Solutions, la compañía líder en salvaescaleras para el hogar, siete de cada diez españoles padecen estrés y ansiedad durante las Navidades y casi un 40 % preferiría saltárselas.
¿Sufres estos síntomas? Podría ser estrés
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En estas fechas, muchas personas, especialmente los mayores, se agobian por el exceso de trabajo y el incremento del gasto, les incomoda romper sus rutinas y les preocupa dañar su salud. Y luego está el reverso de la moneda: mientras unos se quejan de la familia, otros no tienen con quién celebrar la Navidad.
Dos millones de personas de más de 65 años viven solas en España; y de ellas, tres de cada cuatro son mujeres. Además, la situación epidemiológica ha hecho que muchos mayores se aíslen aún más.
Esta soledad, que suele llevarse más o menos bien durante el día y peor por las noches, se agrava en Navidades, esas fechas en las que parece obligatorio ser feliz, tener una familia encantadora y reunirse para celebrar en torno a una mesa surtida de comida, algo que puede suponer un estrés adicional. Pero ¿cuáles son las causas de que tengamos más en Navidades?
- Trastorno afectivo estacional. Este tipo de depresión está ligado a determinados momentos del año. Provoca tristeza, sensación de desesperanza, falta de energía, alteraciones del sueño y el apetito, desánimo... Aparece a menudo en el periodo de Navidades, agravado porque los días son más fríos y con menos horas de luz.
- Sensación de pérdida. Conforme se cumplen años, es habitual que falten compañeros de viaje y que se recuerden con melancolía los tiempos pasados.
- Tristeza por no estar con los seres queridos. Cada año que pasa uno puede llegar a pensar que cada vez quedan menos Navidades por celebrar y que les gustaría estar con hijos, nietos, hermanos o familiares que viven lejos con los que no es posible reunirse.
- Tendencia a hacer balance. Ocurre en los aniversarios, hay una propensión a replantearse el pasado y fijarse en los objetivos no cumplidos. Además, las expectativas se ven más difíciles de cumplir conforme se tienen más años.
- Falta de tiempo. Mucha gente tiene que seguir trabajando y haciendo frente a sus obligaciones diarias y, a la vez, preparar la intendencia propia de las Navidades: regalos, compras, comidas.
- Obligaciones sociales. Algunas personas se estresan por tener que ver a gente, alternar festejos con los hijos para que nadie se enfade, compartir con quien no les agrada...
- Aumento del gasto. Es tiempo de excepciones, pero a veces son tantas que agobian y muchos sufren al ver su economía destartalarse en solo unos días.
- La pandemia. Por un lado tenemos las ganas de reunirnos con la familia y amigos, y por otro, el miedo a que alguien tenga el virus y se lo pueda contagiar al resto. Un estrés añadido estos dos últimos años a lo que ya significaba celebrar las fiestas.
Por ello, antes y durante las Navidades pueden surgir avisos de que las personas de nuestro alrededor no están en esa situación idílica que pensamos y tienen síntomas de ansiedad y estrés que se manifiestan de distintas maneras:
- Cambios de humor.
- Irritabilidad.
- Insomnio.
- Problemas gastrointestinales.
- Cansancio.
- Falta o exceso desmedido de apetito.
- Dolores varios: de cabeza, articulaciones, etc.
- Pensamientos negativos.
- Apatía o indiferencia.
- Tendencia al aislamiento.
- Miedos y pesadillas.
La realidad es que no podemos hibernar de diciembre a enero, de manera que se impone disfrutar lo más posible, bien con amigos, bien con los seres queridos, participar compartiendo una buena comida, hacer una decoración especial, regalar y regalarse, pensar en lo que nos gusta y alejar lo negativo. Si no tenemos familiares cercanos con los que festejar, seguro que sí contamos con amigos para organizar algo especial. Los expertos de TKE Home Solutions nos dan una serie de consejos para hacer lo más inteligente que podemos hacer en estas fiestas: pasarlo bien.
RECONOCER LAS EMOCIONES
Es normal sentir tristeza por alguien que falta. Lo mejor es hablar de ello para poder asumir que el pasado no se puede cambiar. Reconocer las propias emociones es el primer paso para controlarlas y lidiar con los sentimientos encontrados, nos permite ser realistas y saber lo que nos estresa y deprime. Solo así podremos relativizar los problemas. Y por supuesto, recordar los momentos buenos que pasamos con los que faltan, algo que nos hará poner una sonrisa en la cara en lugar de una lágrima en la mejilla.
PLANIFICAR
Es un arma eficaz contra el estrés. Hay que elaborar una hoja de ruta, un calendario con las obligaciones, los compromisos, las compras... Conviene preparar un cuaderno de Navidad y hacer la lista, bolígrafo en mano, para no olvidarse de nada y también para no pedirse más de lo posible. Seamos realistas.
ROMPER TRADICIONES
Quizá fuera una costumbre familiar acudir a felicitar a unos primos o llevar a los nietos a determinada actividad, invitar a ciertos familiares o hacer regalos a todo el mundo. Pero los tiempos cambian y las circunstancias también. No pasa nada por decir que no a alguna cosa.
PEDIR AYUDA
Muchas personas disfrutan invitando en casa a su gran familia, pero lo pasan mal y terminan agotadas cuando todo termina. Nadie debería ser una víctima. La carga se puede y se debe repartir: pedir que cada uno traiga un plato, que alguien se ocupe de llevar a los demás en coche, que llegue antes un encargado de preparar la mesa o que se quede después a recoger.
REBAJAR LOS NIVELES DE AUTOEXIGENCIA
Nadie puede pretender que la Navidad sea un cuento de hadas. Si aceptamos de antemano que las cosas no son perfectas, aprenderemos a lidiar con lo inesperado, a apreciar lo que tenemos y a no idealizar la vida. Las cosas no siempre salen como uno quiere y no pasa nada por un pavo chamuscado, un belén sin niño o un árbol torcido.
CONTROLAR EL GASTO
La situación económica puede que no permita hacer los regalos que a uno le gustaría o servir una cena palaciega. Lo importante es el detalle y no impresionar. Endeudarse o adelantar pagos con la tarjeta conduce a lamentar el exceso en los meses siguientes. La partida presupuestaria para estas fechas tiene que ser ajustada a las posibilidades de cada uno.
SIMPLIFICAR LOS REGALOS
Esta es la mayor causa de estrés: mucha gente no sabe qué comprar, pierden horas de tiendas, en atascos y aglomeraciones y lo pasan realmente mal. Se debe hablar con la familia y seguro que agradece hacer un amigo invisible (comprar un único regalo). Pero también se pueden hacer obsequios temáticos: por ejemplo, sobres con entradas (para un concierto, el teatro, la ópera...), libros para todos, paquetes de experiencias (un masaje, una cena, una excursión), alimentos gourmet (quesos, patés, vinos...), regalos caseros, etc.
DECIR NO
Son días de hacer excepciones, pero no de decir sí a todo. Hay que aprender a poner límites y advertir que no se va a transigir con algunas cosas: prolongar demasiado las veladas, ocuparse a solas de la organización de una cena, acudir a una casa en la que no se está bien...
FACILITAR LA DIVERSIÓN
Si tenemos un plan previsto de juegos de mesa, acertijos familiares, álbumes de fotos..., será más fácil hacer eso a lo que hemos venido: disfrutar de la Navidad, reírnos y pasarlo bien juntos.
TOMAR PRECAUCIONES CON LA COVID
Actualmente tenemos a nuestra disposición en las farmacias test rápidos de autodiagnóstico de la COVID-19 a precios muy económicos, para estar tranquilos antes de cualquier reunión familiar es muy importante que cada uno se haga una prueba ese mismo día por la mañana y de esta manera poder disfrutar de un día en familia o con amigos sin el estrés de pensar si es posible contagiarse.
CUIDAR EL CORAZÓN
Por último, pero no menos importante, hay que cuidar el corazón también en Navidades. El estrés es un factor de riesgo cardiovascular y estas fechas pueden dispararlo. Por ello, los expertos de TKE Home Solutions recomiendan:
- Comer equilibradamente. La dieta saludable no está reñida con las celebraciones: los pescados y carnes al horno, las ensaladas y las frutas forman parte de los menús navideños. En cuanto a los dulces, serán inevitables, pero sin abusar. Nada de darse atracones y, si un día se hace un exceso, conviene compensar al siguiente.
- No pasarse con el alcohol. Celebrar no es tener licencia para abusar del alcohol. Si apetece, se puede cenar o comer con vino, tomar cava después, pero sin llegar a lamentarlo al día siguiente.
- Hacer ejercicio. Si tenemos el hábito de practicar algún deporte, no hay que dejarlo ahora; al contrario: se necesita más que nunca. Al menos hay que reservar un rato cada día para dar paseos, y mejor en compañía. Quienes practican relajación encontrarán en ella una gran ayuda para disfrutar de las Navidades sin estrés.
- Dormir las horas suficientes. Las celebraciones invitan a trasnochar. Son días en los que habrá que ser flexibles con el horario, pero conviene respetar el número de horas de sueño y compensar levantándose más tarde o echando siestas. Dormir es una prioridad, porque supone reparar el cuerpo y el cerebro.
- Evitar las discusiones. Afectan gravemente al corazón. Hay que procurar un clima distendido, evitar temas que de antemano sepamos que serán conflictivos en cada familia (fútbol, política, religión, un pariente controvertido...). En caso de que la situación se vaya de las manos, alguien tiene que pedir calma, parar el drama y reconducir con humor la velada: es Navidad y hemos quedado para pasarlo bien.