La pandemia de la covid-19 ha provocado muchos cambios en poco tiempo, entre ellos la irrupción del teletrabajo. Una nueva modalidad que ha hecho que cambiemos nuestros hábitos, lo que ha supuesto aspectos muy positivos, pero también negativos, ya que desconectar de la rutina laboral es mucho más difícil.
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Un informe elaborado por Infojobs revela que el 82% de los trabajadores españoles responde a llamadas laborales fuera de su horario y un 74% también en sus vacaciones.
Es importante tener en cuenta las siguientes claves para no convertirnos en esclavos de nuestro trabajo y tener momentos de calma y paz interior.
¿CÓMO PUEDO DESCONECTAR DEL TRABAJO?
Lo más importante es buscar momentos de descanso. Las actividades relacionadas con la vida laboral requieren, en muchos casos, una enorme inversión de tiempo y recursos. Aproximadamente, la mitad de las horas que pasamos despiertos las dedicamos directa o indirectamente a ellas. “Es por este motivo que resulta fundamental encontrar momentos adecuados para el descanso, tanto a lo largo del año como durante los periodos vacacionales. Estos últimos no solamente nos ofrecen la ocasión de desconectar de la rutina, sino también de “reconectar” con facetas muy importantes de la propia vida y que no podemos descuidar (la familia, los amigos, el ocio, etc.)”, explica el doctor Joaquín Mateu Mollá, docente del Grado en Psicología y del Máster Oficial en Gerontología y ACP de VIU.
Ocio, nuevas rutinas y dedicar tiempo a nuestros seres queridos. Debemos ser conscientes de que la desconexión del trabajo no es sencilla y puede suponer un esfuerzo. Esto se explica por el hecho de que “obliga” a un cambio de rutinas respecto a lo que entendemos por ordinario, lo que implica distribuir el tiempo del cual disponemos y reinterpretar su significado. "Es un momento oportuno para acometer proyectos demorados; o simplemente para dedicar horas a tareas que se valoran como agradables, divertidas y relevantes (ver una película o serie, leer un buen libro, etc.). También, es una coyuntura privilegiada para estrechar los lazos con nuestros seres queridos, programando momentos compartidos y minimizando el uso de las redes sociales”, argumenta el docente de VIU.
Informar a compañeros, clientes, etc. de que estamos de vacaciones. El experto subraya la importancia de informar tanto a los compañeros de trabajo como al resto de las personas implicadas (clientes, proveedores, etc.) de que nos hallamos en periodo de descanso y que responderemos a sus solicitudes a la vuelta. “No podemos olvidar que el descanso jamás ha de entenderse como un privilegio, sino como algo esencial para preservar la salud física y emocional en un mundo que se mueve a velocidades vertiginosas”, indica.
Controlar la ansiedad por no saber cómo irán las cosas en el trabajo. Mateu señala que “muchas personas sufren ansiedad en el momento en que asumen una distancia provisional de sus responsabilidades. La irrupción de estas sensaciones es sugerente de que descansar puede ser más necesario que nunca”. En este sentido, el docente de VIU recuerda que “la ansiedad puede ser adaptativa cuando sus niveles son óptimos, y que surge en el momento en que experimentamos incertidumbre sobre cómo discurrirán ciertos hechos futuros, por lo que no hemos de enfrascarnos en tratar de erradicarla”.
En el supuesto de que la intensidad de la ansiedad abrume a la persona, existen estrategias mediante las que podemos aprender a gestionarla. El Dr. Mateu apunta que “una pequeña parte de las vacaciones podría dedicarse a practicar técnicas de relajación (respiración diafragmática, por ejemplo) o a realizar actividades que incorporen componentes de placidez y calma”.
“Interrumpir las vacaciones para ceder a la ansiedad no va a reportarnos ningún resultado positivo a medio o a largo plazo, pues el alivio inicial acabará cediendo paso a una más profunda y duradera sensación de frustración o desasosiego”, añade.
Si teletrabajamos durante el periodo estival limitemos el espacio a una sola estancia. El teletrabajo ha impuesto cambios muy importantes en la forma en que entendíamos el trabajo y ha hecho que este se inmiscuya en la privacidad de nuestros hogares. El espacio que antes estaba reservado al relax ahora es también en el que ejercemos nuestras funciones laborales y esto dificulta en muchas ocasiones la conciliación.
El experto explica que “si hemos teletrabajado durante los últimos meses es más probable que, si las vacaciones discurren en nuestro hogar, tengamos pensamientos relacionados con la necesidad de ponerse en marcha. Esto se debe a que las diferentes habitaciones de la casa se han asociado a lo largo de este tiempo con nuestras responsabilidades laborales, actuando como estímulos discriminantes cuando estamos en ellas”. Para evitar que esto suceda recomienda limitar el espacio en que trabajamos a una sola estancia, reservando todas las demás a actividades familiares y sociales.
Consecuencias de no desconectar durante las vacaciones. “La consecuencia más importante es la persistencia del estrés que se asocia de forma directa al trabajo. Si bien el estrés no es en sí mismo negativo; cuando este acaba manteniéndose demasiado tiempo promueve una serie de cambios fisiológicos que pueden afectar órganos, sistemas y funciones cognitivas”, manifiesta Mateu. En esta línea destaca que el distrés, como se conoce este estrés perjudicial, puede provocar dificultad para concentrarse o para memorizar, así como perturbaciones del estado ánimo y de la calidad del sueño.
Otra de las consecuencias que destaca es el burnout o agotamiento laboral que se relaciona con sentimientos de desesperanza, erosión de la motivación, ansiedad, depresión e incluso a una posible despersonalización (trato desconsiderado hacia clientes, pacientes, alumnos, etc.).
“El descanso en las vacaciones es una estrategia que nos va a permitir rendir mejor en nuestras responsabilidades cuando volvamos a incorporarnos al trabajo y facilitará el necesario enriquecimiento de nuestras vidas”, concluye.