Me viene a la mente la imagen repetida una y otra vez en las películas “del Oeste”, en la que subido a su carromato, el vendedor charlatán lanza su verborrea a las personas arremolinadas a su alrededor con el único fin de engatusarlos para venderles la pócima milagrosa que todo lo cura y que en realidad sólo es agua con azúcar. De entre el público, aparece siempre alguno de sus ganchos para “demostrar” en su persona la efectividad del menjunje. Un día el paralítico vuelve a caminar, otro, el ciego recobra la vista y alguno incluso casi resucita a un muerto. Todo lo que haga falta para aprovecharse del pobre lugareño que carece de remedios verdaderos para sus males y desesperado confía en el discurso del taimado vendedor.
De la misma forma, D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón, a la sazón el presidente del gobierno de España con los peores resultados de la democracia, intenta vender al pueblo español algo tan “fake” cómo el jarabe del Far West, que el indulto a los delincuentes que cumplen sentencia por la comisión de gravísimos delitos contra nuestra legalidad constitucional, es un acto que busca exclusivamente la superación de los conflictos en Cataluña y el establecimiento de una convivencia pacífica en esa comunidad autónoma.
Se llena el ambiente de bonitas y sonaras palabras. Perdón, reconciliación, generosidad, convivencia...términos todos ellos vacíos en este caso de contenido real, repetidos una vez y otra tanto por el gobierno como por su numerosísimo coro de aduladores, que desde los medios de comunicación y las redes sociales, hacen el trabajo para el que se les paga, servir de altavoz a la mentira empaquetada y envasada que el ilustre economista Sánchez pretende colocarnos cuál supositorio moral.
Algunas de estas mesnadas, véase el PSOE de Castilla La Mancha, se rasgan sus preciosas vestiduras mientras se quejan teatralmente del indulto en cuestión. Llantos falsos y comprados como el de las plañideras, porque a la hora de la verdad , de la verdad institucional, no la de “¿Qué no tengo huevos” ¡ sujétame el cubata!, en la barra de un bar, callan como puertas bañados en lubricante moral, para admitir indoloramente lo que le les exige el amo , mientras se les escucha decir como a Régula (Terele Pávez) en los Santos Inocentes: “a mandar, señora marquesa, para eso estamos”
Qué bonito sería todo de ser cierto y no otra pirueta del presidente del gobierno para mantenerse en su cargo, caiga quién caiga, sin mirar el precio de sus actos para la dignidad de España. Miro a los políticos delincuentes catalanes y no veo ninguno de los requisitos que en la infancia el catecismo nos enseñaba como necesarios para poder acceder a la “reconciliación”, al “perdón”.
No existe el “dolor de los pecados”, una dolor interior por haber ofendido al pueblo español, ni tampoco el propósito de la enmienda, la firme resolución de no volver a delinquir y de evitar todo lo que pueda ser ocasión para hacerlo. Y ademas, gracias a Sánchez, no se cumplirá la penitencia, la pena a la que fueron condenados. Nada existe que apoye la decisión del gobierno, nada salvo su desmedido narcisismo y afán de poder.