Ya ha llegado la primavera y con ello son más habituales las infestaciones por garrapatas, lo que suele ser un problema estacional, siendo más frecuentes en esta estación y en verano. Las garrapatas en invierno suelen ser menos activas aunque no es imposible recibir una picadura en esta época, sobre todo en los días más cálidos cuando la temperatura supera los 5-7°C.
Con el calor, estos ectoparásitos están más activos y pueden contagiar graves enfermedades tanto a los animales como a las personas. Esperan a escondidas en la hierba y en los matorrales a un posible hospedador, así es como se llama la víctima de la garrapata.
Son muy peligrosas, provocan pequeñas heridas en el punto de la picadura las cuales se pueden infectar, la garrapata empieza a alimentarse de la sangre de su hospedador, en caso de graves infestaciones, la pérdida de sangre es tan intensa que el animal puede mostrar signos de anemia.
Sin embargo, los riesgos derivados de una infestación por garrapatas no tienen que ver con las molestias de la picadura sino con la transmisión de algunos agentes patógenos y algunas toxinas. Ocurre mediante la saliva que las garrapatas devuelven en el punto de la picadura: la saliva de estos parásitos posee un efecto anti-coagulante, que favorece su alimentación, y es anestésico, razón por la cual no la picadura no duele. Las garrapatas contaminadas pueden transmitir virus, bacterias y protozoos, que pueden ocasionar una gran variedad de enfermedades, algunas muy graves y hasta letales.
La mejor arma contra ellas es la prevención, entre otros, a través del cepillado e higiene adecuados. Es posible adquirir productos específicos, a la venta en distintos formatos: pipetas, collares o sprays.