Es imposible no admirar su estallido de colores, su luz y el brillo de su cerámica, la ‘talaverana’, como se conoce a la cerámica en México.
La iglesia de San Francisco Acatepec, en Puebla, es un edificio data del siglo XVII y está considerado como una obra maestra del barroco mexicano. Lo primero que llama la atención al visitar este templo es su hermosa fachada. Es imposible no pararse a contemplar cada uno de los detalles.
COLORES. Su fachada está cubierta con loseta de cerámica elaborada por maestros alfareros. El color de la cerámica hace alusión a la Virgen María (blanco y azul) y a San José (verde y amarillo). Una explosión de color que nos remite sin duda al México más auténtico. y nos acerca, a la vez, a Talavera de la Reina.
La torre está revestida de la misma ‘talavera’ que la fachada y tiene lineamientos barrocos.
El interior también es digno de admiración. Tiene una fantástica decoración de yesería que impresiona tanto por la profusión brillante de las formas como por la expresión de las imágenes.
Tal era, es, su belleza que en el siglo XVII se decía en aquel entonces que el templo era de porcelana y que era digno de guardarse bajo un capelo de cristal.
CERÁMICA Y UNESCO. La fabricación artesanal de este tipo peculiar de cerámica es un símbolo identitario esencial en México y en España. Las piezas cerámicas de tradición talaverana han unido ambos países desde el siglo XVI, con una conexión artística y cultural que perdura hasta nuestros días y muestra de ello es el reconocimiento como patrimonio mundial por la UNESCO.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura declaró en diciembre de 2019 Patrimonio Cultural de la Humanidad al proceso de la Talavera, la fabricación artesanal de cerámica de estilo talaverano que incluye a la producida Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo en España, y en Puebla y Tlaxcala (México).
FOTOS: Luis Alvaz
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