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miércoles 30 de diciembre de 2020, 10:59h

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“Nunc est bibendum. Ahora hay que beber”. Quinto Horacio Flaco. Odas 1, 37

Termina por fin este año en el que la vida tal y como la conocíamos ha quedado escondida tras una mascarilla para dar paso a una etapa radicalmente distinta, sobre todo para todos los que por suerte, no habíamos sido contemporáneos de guerras o grandes catástrofes y nuestras existencias habían sido hasta ahora un caminar hacia un futuro razonablemente mejor a través de un confortable presente.

A pesar de lo anterior, no debemos creernos el ombligo del mundo de las desgracias, porque, con el mayor de los respetos y solidaridad a todas las víctimas y afectados por esta pandemia, la humanidad en sus dos millones y medio de años,desde el paleolítico hasta nuestros días, ha sufrido todo tipo de vicisitudes que no han impedido que quién comenzó como “homo habilis” , tras evolucionar a “sapiens”, pueda actualmente escribir estas líneas. Un camino tan plagado de glaciaciones, maremotos, pestes, conflictos bélicos y masacres de todo tipo, debe hacernos ver que también superaremos la crisis del covid 19, y que pasado un tiempo, el 2020 será una muesca más en el revolver de la evolución humana.

Pero claro, no es lo mismo analizar el año que termina desde el punto de vista de especie, inmenso y duradero, que desde el individual, mínimo territorio que tiembla sacudido sin piedad por el terremoto de 365 días terribles para muchos, impactantes al menos para el resto. Ver la muerte de cerca cuando no se la espera, la enfermedad cuándo nos creíamos inmunes a todo mal, la pobreza y el desaliento económico, ver todo eso a la vez, y hacerlo muchas semanas desde los balcones de unas moradas transformadas en exilios interiores, no puede resultarnos inocuo como personas, cómo hombres y mujeres que han visto tambalearse su hasta entonces plácido ecosistema vital.

Termina el año y a pesar de que la inextinguible inconsciencia de algunos colabora en alimentar la voracidad del virus que nos amenaza, con la llegada de las vacunas se abre la puerta de la esperanza, se atisba el final de este horrible paréntesis que nos ha dejado entre “off” y “stand by” estos pasados doce meses. Termina el año y no sería pecar de ilusos creer que el final del invierno será en esta ocasión mucho más que el final de una estación, pues con él terminará también uno de los períodos mas negros de nuestra historia reciente.

No olvidéis queridos lectores lo que nos dijo Pablo Neruda, “Aunque corten todas las flores, no se podrá detener la primavera”. Y con la primavera volverán a resurgir las sonrisas, y poco a poco llegarán también los besos y los abrazos. Porque hay algo con lo que el virus no ha podido, algo por encima de confinamientos y distancias sociales: el amor. Si el Nobel García Márquez nos habló del amor en tiempos de cólera, hagámoslo nosotros del amor en tiempos de covid, pues seguro que ese amor que se ha hecho presente y futuro será mucho más poderoso que un virus al que sin duda venceremos. ¡Feliz año!

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