Según ha informado RTVE hace unos minutos y se hacen eco otros medios de información, una de las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2 más avanzadas, la que impulsan la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca, ha tenido que suspender los ensayos en todo el mundo después de que uno de los participantes en Reino Unido haya experimentado unos síntomas "inexplicables". Es el mayor revés registrado ya cerca de la línea de meta en la carrera por la vacuna, pero supone un recordatorio importante de por qué las prisas son malas consejeras para la ciencia. La vacuna de Oxford es la que España tenía previsto recibir en diciembre, parecía que podía ser la primera o de las primeras en llegar al mercado. De momento no está claro en qué medida este incidente obligará a redefinir los plazos. Podría ser sólo cuestión de días, pero AstraZeneca no aclara cuánto puede tardar la investigación que ahora comienza. Sólo asegura que trabaja para "minimizar cualquier impacto potencial en los planes del ensayo". La compañía asegura que han detectado una "enfermedad no explicable", síntomas calificados como "serios" y "adversos", en uno de los participantes a quienes se administró la vacuna y por "rutina" se debe revisar la seguridad del medicamento para saber cuál es la causa. Ni siquiera está claro si esa enfermedad es una reacción a la vacuna o si tiene otro origen. El medio especializado Stat ha sido el primero en dar la noticia, pero no ha detallado cuáles han sido los síntomas del paciente. Sólo asegura que previsiblemente se recuperará. El New York Times ha precisado después que se trata de una mielitis transversa, un síndrome inflamatorio que afecta a la médula espinal y que suele estar originada por infecciones virales.
En este caso, la enfermedad podría estar causada por el adenovirus que utiliza este prototipo de vacuna como vehículo (no sería la primera vez que sucede algo así en este tipo de investigaciones), por los fragmentos genéticos que tiene del SARS-CoV-2 o incluso por otro patógeno ajeno a los ensayos. Todos los ensayos de AstraZeneca que se están realizando en diferentes países deben quedar ahora suspendidos para que una investigación independiente determine si los síntomas de ese único participante suponen un problema de inseguridad en la vacuna. Sólo si se descarta esta posibilidad, el proyecto podrá completar las pruebas en humanos.
El proyecto de Oxford y AstraZeneca se encuentra en la fase 3, la definitiva para obtener la aprobación para su uso público. A principios de mes, amplió los ensayos con 30.000 participantes en Estados Unidos y se está probando en otros países con incidencia relevante de coronavirus. Esta fase, en condiciones normales, puede prolongarse durante varios años. Ahora se esperaba completarla en unos pocos meses. Aunque la noticia supone un revés para millones de personas pendientes de los avances de los diferentes proyectos de vacuna, el incidente no es el primero y supone de alguna manera una garantía de seguridad en el medicamento que se prevé inocular a decenas de millones de personas.