La imagen ha sorprendido a más de uno en esta mañana de domingo cuando, al asomarse a la ribera del río Tajo junto al Puente atirantado de Castilla-La Mancha, ha podido ver un coche hundido en el lecho del río.
Todo podría hacer pensar que se tratara de un accidente por exceso de velocidad en esa zona, algo demasiado habitual desgraciadamente, pero las circunstancias por las que el vehículo ha acabado haciendo las veces de un improvisado submarino han sido otras muy distintas.
Bien entrada la madrugada, el propietario del coche avisaba a la grúa de su compañía aseguradora por haber sufrido una avería y solicitaba el servicio de grúa, a lo que diligentemente se le respondía con el envío de un vehículo para trasladar su automóvil hasta su domicilio o donde estimara conveniente para no dejarlo en medio de la avenida que atraviesa el puente.
Hasta ahí, todo correcto. El problema surgió cuando comenzaron los trabajos de remolque del coche averiado, ya que el gancho del propio coche, al que la grúa había asido su cable para instalarlo en la plataforma de transporte, se rompió y el vehículo averiado cayó hacia abajo de la rampa y, al encontrarse cerca un terraplén en la ribera del río, terminó desplazándose violentamente contra el agua hasta quedar como vemos en la fotografía.
No puede ser sino un cúmulo de mala suerte que ha acabado con el coche en el fondo del Tajo y que, muy probablemente, tendrá consecuencias mucho más costosas que la simple avería que había sufrido en la noche de este sábado.