¿Quién había dicho que el fútbol moderno es sencillo de entender? ¿Los que someten el poder deportivo al económico? O sea, PSG, Real Madrid, Barça, City, Atleti... ¡Cuán errados estáis! La historia reciente de esta edición especial de la Champions ha echado por tierra muchas de estas teorías, que avalan un buen número de tertulianos televisivos, que por cierto han quedado con el culo al aire. Y lo digo sin ningún recato ahora que uno recuerda frases como “la liga francesa o alemana son ligas menores, comparadas con la española o la inglesa”. ¿Y ahora qué argumentan? Que me lo expliquen porque yo he dejado ya hace tiempo de escuchar berridos, montar trifulcas al amparo de la “independencia profesional u objetividad” -salvo alguna excepción- que se le debe presuponer a cualquier periodista que acude a la cita con la camiseta de su equipo, incluso de otros, para chinchar al que se sienta a su lado. No. Este fútbol es otra cosa muy diferente, aunque puedan influir algún error arbitral o, incluso, del técnico de turno.
El fútbol de hoy, donde las diferencias técnicas solo las marcan media docena de futbolistas, es otra cosa distinta: fé en el trabajo, disponibilidad para afrontarlo, pasión y entrega sin recato, meter el pie cuando es preciso, confianza en el compañero... Y que entre el balón, por supuesto. Todo lo demás, la suerte o el infortunio, es pura demagogia. La suerte es para los juegos de azar, porque el balón entra o no entra aunque sea impulsado en propia puerta. Y ha quedado demostrado, y bien demostrado, con equipos de presupuesto modesto como Atlanta, Lyón o Leipizg, ante gigantes como PSG -que las pasó canutas-, City o Atlético de Madrid, porque lo del Bayer solo evidencia que hoy por hoy la Bundesliga está al más alto nivel del fútbol mundial. Y por si los tertulianos a los que hacía referencia al principio aún no se han enterado, que sigan aprendiendo lecciones tácticas de entrenadores con conocimientos, Y se dejen ya de tanto idolatrar a Zizou, porque lo de los alemanes ante los colchoneros fue de lección magistral. Y es que el modesto conjunto teutón pasó del 3-4-3 al 4-2-3-1 cuando quiso y como quiso, sin que el Cholo se enterara y sin pegar patadón alguno. Un Simeone al que defienden muchos atléticos y aunque no es santo de mi devoción no voy a lapidar. Nos quedan aún cosas que ver entre las semifinales y la final. Que yo diga que el Bayer es favorito ante el Lyón y PSG frente al Leipzig seguro que lo avalan los “sabiondos nocturnos” que hablan con la camiseta de su equipo puesta en lugar de con el sentido común que la profesión les debería exigir. Pero que se anden con cuidado, que la Historia -aunque sea Sagrada y poco creíble- nos tiene episodios como el triunfo de David sobre Goliat o refranes y probervios como “a veces el pez chico se come al grande” o “más vale un toma que dos te daré”. Va siendo hora de que desde los que tienen poder mediático, y por los sondeos yo no le discuto el éxito a los directores de los programas a los que hago puedo hacer referencia, se ajusten al guión de lo que ven sobre el campo y no del interés por la audiencia.
Yo ya soy mayor, pero ya en 1972 cuando me inicié en esto del Periodismo -no existía aún en la Complutense el edificio de Ciencias de Información- me enseñaron que no estaba prohibido ser seguidor de un equipo, pero sí olvidarse de él delante de una máquina de escribir. Y no trato de dar “una lección magistral”, sino simplemente de hacer una llamada para la reflexión a algunos de los que se sientan con la boca llena de tener siempre la verdad. Y ésta, por mucho que podamos discutir al respecto, es algo muy de cada cuál. La única, para los jueces y no siempre. ¡Buen día!