SIERRA DE GREDOS es un amplio espacio montañoso con sus estribaciones situado dentro de la Cordillera Carpetovetónica (así llamada de antiguo) o Sistema Central. En un sentido amplio Sierra de Gredos (o Sierras de Gredos) abarcaría la cadena montañosa que se extiende desde el límite occidental de la Sierra de Guadarrama hasta el límite occidental de la Sierra de Béjar, incluida ésta. Pero, más propiamente hablando, dentro de dicha Cordillera o Sistema Central, Sierra de Gredos es el espacio montañoso de unos ciento cincuenta kilómetros que abarca desde el Cerro de los Toros de Guisando hasta la Sierra de Béjar, es decir, la alineación montañosa encerrada entre las fosas del Tormes y del Alberche al norte y la depresión del Tiétar al sur, siendo su límite por el este el río Alberche y por el oeste el río Alagón, ambos afluentes del Tajo.
En un sentido aún más estricto, los habitantes de las respectivas comarcas serranas entienden por Gredos la cabecera del Río Gredos, es decir, el conjunto circular de cumbres que enmarcan la llamada Laguna Grande de Gredos. Todo lo demás se suele denominar, en sentido general, “La Sierra”.
La Sierra de Gredos se estructura en tres grandes Macizos o subconjuntos montañosos. El Macizo Oriental de Gredos, desde el Cerro de los Toros de Guisando hasta el tajo del Puerto del Pico, que comprende los puertos de Casillas, Mijares y Serranillos, siendo sus cimas más altas El Cabezo (2.188) m.) y El Torozo (2.028 m.). El Macizo Central, entre el Puerto del Pico y el Puerto de Tornavacas, viene a ser el corazón de la Sierra: Los Galayos, La Mira (2.343 m.), La Laguna Grande de Gredos, Cinco Lagunas, Sierra del Barco de Ávila… Y el Macizo Occidental, que discurre entre el Puerto de Tornavacas y el Corredor de Béjar y comprende la zona lacustre de La Ceja, donde se alcanza la máxima altitud de 2.425 m.
La Sierra de Gredos está llena de encantos y misterios. El primero es su nombre, topónimo sobre cuyo origen y significado se han aventurado distintas teorías. En 1918 Bernaldo de Quirós observó que los lugareños denominan a la Sierra “Greos” y relacionaban el nombre con “Gritos”, aludiendo a los misteriosos ruidos que se desprenden de la Laguna Grande y todo el espacio que la circunda: “… los temerosos clamores que al cielo lanzaban las insondables lagunas que ocupan sus abismos, terroríficos centros de toda clase de maleficios. Son ruidos sordos, lejanos, que suelen oírse en la proximidad de los altos lagos de la montaña los días de cielo sereno y estando el aire en calma; generalmente a mediodía, repitiéndose con intervalo de algunos minutos”.
El corazón de Gredos es su Laguna Grande, una especie de gran cuenco o cazuela que circundan impresionantes cuchillares de granito (el Morezón, el Almanzor, el Ameal de Pablo, el Cerro de los Huertos…). Sus dimensiones han variado a lo largo de los años y según quién o quiénes las tomaron. En 1897 se midió su perímetro (1953 metros) y su superficie (7 hectáreas). Su profundidad máxima en 1913 osciló según las mediciones: en un caso 12 metros, en otro 30… A finales del siglo XX López Trujillano y López González volvieron a medir la profundidad máxima, que sólo alcanzó los 6,50 metros, siendo la profundidad media de toda la Laguna unos 2,50 metros y su superficie 9,36 hectáreas… La impresión es que se trata de un organismo vivo y cambiante.
Sin embargo, los lugareños y gentes de las comarcas vecinas han venido sosteniendo que la profundidad de la Laguna Grande de Gredos es insondable, un abismo, que se comunica subterráneamente con el mar. De ahí la denominación “ampolla de mar”, con que solían referirse a ella.
Pero lo más curioso, a la vez que inquietante, es que la fantasía popular ha venido poblando históricamente sus oscuras y míticas aguas de leyendas en que se mezclan lo terrorífico con lo monstruoso. José Somoza, poeta de Piedrahita de la época del Romanticismo (primera mitad del siglo XIX), dedicó un poema a la Laguna que contribuyó a acrecentar la impresión de misterio y terror que las gentes sentían en sus proximidades:
Contemporáneo del poeta José Somoza es el viajero inglés George Borrow. Éste, en su célebre obra “La Biblia en España”, insiste en la visión romántica de Gredos y su Laguna, recogiendo las tradiciones populares de pastores y lugareños: “Muchas cosas singulares se cuentan de esta montaña y de lo que ocultan sus profundos escondrijos… Entre otras rarezas cuentan que en ciertos sitios hay profundas lagunas habitadas por monstruos tales como serpientes corpulentas, más largas que un pino, y caballos de agua, que a veces suelen salir de allí y cometer mil estropicios”.
Entre las leyendas vinculadas al enigmático paraje destaca la que se refiere al caudillo árabe Almanzor, el Victorioso. Según esta leyenda, Almanzor regresaba de tierras de cristianos, después de una de sus célebres correrías, y se admiró de la altura de la Sierra, que los lugareños llamaban “Greos”, es decir, la sierra de los gritos, por los espantosos bramidos que emitían los terribles monstruos que poblaban sus entrañas. Intrigado por estas narraciones, el Victorioso quiso corroborarlo en persona. Subió hasta la Laguna y en vano esperó los estertores y bramidos. Entonces los pastores y lugareños, que le seguían de lejos, acercándose a la gran cazuela, profirieron un grito al unísono que, repetido por mil ecos, aterrorizó al mismísimo Almanzor. Éste entonces espoleó su caballo y ascendió, en su despavorida huida, al pico más alto, llamado por ello desde entonces Plaza del Moro Almanzor.
Gredos tiene un habitante singular: la cabra montés, ejemplar peculiar y autóctona de la Capra Hispanica. Manjar preferido del lobo y del águila chivera, trofeo apetecido por furtivos y desaprensivos coleccionistas de piezas de caza, y alimento de pobres lugareños y pastores en tiempos de penuria, la cabra de Gredos estuvo a punto de extinción a comienzos del siglo XX, en que apenas se contabilizaron una docena de ellas… En 1929 había unas 1.200. Y a finales de siglo se han contabilizado 3.500 dentro de la Reserva y unas 5.000 en el conjunto total de la sierra.
Gredos ha sido paisaje y espacio preferido de reyes, intelectuales, deportistas del alpinismo, veraneantes y, en general, de todo aquel que anhela paz del espíritu y contacto con la naturaleza. Alfonso XIII vino a cazar a Gredos por primera vez en julio del año 1911, le gustó tanto que mandó construir un Pabellón Real de Caza y venía con frecuencia. Miguel de Unamuno buscó siempre en Gredos el reposo de su alma inquieta y agitada, viajando desde Salamanca a éste que él definió como “espinazo de Castilla” y “espina dorsal de España”. En fin, Camilo José Cela subió a Gredos desde Candeleda y, contemplando la Laguna Grande, escribió: “La Laguna de Gredos es un inmenso riñón de agua nítida y bien filtrada, de agua tan bella y pura, que casi dan ganas de bebérsela”.
Poyales es un pueblo de Gredos. Y en Gredos vive su venerado patrón, San Sebastián, que cada 20 de enero baja al pueblo entre aromas y hogueras de romero, para traer la luz pura y “gredosa” de las montañas.
Puedes ver el vídeo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=3cQQmkm9yKU&feature=youtu.be