En las reformas más o menos aceleradas que esta situación de pandemia ha creado, hay una en la que Yony lleva trabajando largo tiempo más allá de esta situación concreta. Él cree que debemos analizarla en profundidad y no dejarnos arrastrar, como en otras ocasiones, al albur de los sucesos, sino que la abordemos conscientemente y pongamos en ello todos los mejores conocimientos que dispongamos de distintas disciplinas para planificarla. Dicha reforma es la distribución de productos al por menor y todo lo relacionado con la compra por parte de los consumidores.
Los cambios en poco tiempo han sido brutales, su aplicación visionaria ha hecho a su promotor el hombre más rico del planeta. Ya venía pegando fuerte la subida pero los últimos datos nos dicen que la distribución por la compra “on line” ha crecido un 36% en el estado de alarma. Hablamos de Amazon y otras compañías como nuestro, Correos.
La llegada de las grandes superficies y los grandes centros comerciales que llevaban anexas, ha dado un vuelco total en nuestro viejo y tradicional comercio minorista. Este, si no ha desaparecido, en ciudades como Granada o los barrios de Madrid, o la calle Bravo Murillo, ha llevado en veinte años a que un local-calle valiese una fortuna a que cueste menos que los pisos que están encima.
Ahora, la reforma que debemos abordar, la cual va a ser mucho más rápida y tremendamente más profunda, es la ya implantada compra por medios digitales, su distribución en nuestro domicilio y la ausencia de desplazamiento a todos esos pequeños y grandes comercios.
Pero es que, además, los supuestos van a ser aún más impensables. Lo que tendremos mañana por la mañana es una aplicación digital que, con la prenda ya diseñada con ese corte, vamos a poder probarnos en nuestra casa, y en tres dimensiones, esa prenda concreta que deseamos adquirir. Con ello nos veremos en función a nuestras estrictas medidas corporales, en una película en la que desfilaremos con dicha ropa.
Podremos enviársela a nuestras amistades y familiares para que opinen, y la tendremos en nuestro domicilio en pocos días. Con, además, otra particularidad, que si la probamos y no nos satisface, la devolveremos sin coste alguno.
¿Alguien es capaz de pensar la revolución en los puestos de trabajo tanto cuantitativos como cualitativos que este cambio va a suponer? ¿Y en la construcción? ¿Quién va a querer o necesitar a partir de ahora un local comercial debajo de un edificio? cuando, no hace mucho tiempo, eran la joya de la corona y se vendían como churros y mucho más caros.
Debemos estar preparados y a toda máquina comenzar a corregir y planificar porque el vuelco va a ser atroz. Y ahora sí que “el camarón que se duerma…”. Porque el diseño urbanístico se quedará obsoleto incluso antes de terminarlo. El valor de los pisos, locales o naves de almacenamiento o se multiplicaran en unos casos, se reducirán en otros y en otros muchos desaparecerá su valor. A partir de ahora comprobaremos a marchas forzadas como en muchas ciudades de España se solicita en los ayuntamientos el cambio de uso de miles de locales comerciales para transformarlos en viviendas.
Ese mejor transporte y distribución conllevará un cierto cambio en los hábitos de consumo. Si las peras resisten mejor su acceso en masa al domicilio puede provocar que se consuman menos fresas porque son mucho más delicadas. Y así hasta un infinito de futuros cambios. Lo que los consumidores buscamos, y hemos buscado siempre, es el mejor precio y la máxima calidad y comodidad. Ante la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa y otros cambios profesionales, el acudir al mercado era un enorme pérdida de tiempo. Ya veremos por ello que cambios se van a originar en la cesta de la compra. Atentos.
Esas grandes reformas ya están ahí, no existen para quien no quiera verlas. Nos quedan dos soluciones: O abordamos esa gran reforma con ilusión e imaginación, o nos dedicamos a jugar y a la contra y protestar. Que cada uno elija el camino que más le guste.