José Cardona
Las batallas de Talavera (Los Avenzoar en Medina Al Talavayra)
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Me hallo un tanto fatigado de escribir acerca de esta sociedad líquida, aséptica, un tanto infantilizada y mema, esperpéntica y desesperante a veces, a la que los políticos nos están llevando.
Una sociedad diseñada por estados intervencionistas, incluido el nuestro, en la que todo vale con tal de recaudar y dejar los bolsillos más vacíos de lo que están, aunque con ello se caiga, en ocasiones, en el ridículo más espantoso. Si no, vea usted, amigo lector, algunas perlas en este sentido: El nuevo reglamento del concejo de Orense sanciona con una multa, de hasta trescientos euros, por alimentar a animales vagabundos. O esta otra: El Ayuntamiento de Bilbao revocó días pasados la multa impuesta a una pareja por alimentar una colonia de gatos urbanos. ¡Santo Dios, como se empeñen que andemos a gatas, apañados vamos!. Pues bien, por estas, y tantas otras razones, hablo hoy del tema que ya anuncia el título. Eso sí, escribo para aquellos, muy pocos, que sepan menos que yo al respecto.
Mucho se ha hablado, y también escrito, acerca de la batalla de Talavera celebrada en la primera década del siglo XIX y en el marco de la denominada Guerra de la Independencia (librada contra el, hasta entonces invicto, ejército francés de Napoleón). Y eso está bien, pues tenemos la obligación de conocer nuestra historia con el fin, sobre todo, de evitar posibles errores del pasado. No obstante, y si hemos de ser rigurosos, hubo, al menos, dos batallas de Talavera, aunque sucedieron con distintos bandos combatientes y dándose en momentos diferentes en el tiempo.
Para la segunda batalla de Talavera, según las fuentes consultadas, debemos situarnos en el siglo X, más concretamente cuando Ramiro II regía los destinos del reino astur-leonés. Es sabido que en esa época asistimos a unos años de relativa tregua entre moros y cristianos españoles, salpicados únicamente por las continuas razzias, en especial por parte musulmana (que era la potencia militar, y cultural, predominante entonces). Fue en el año 950 cuando dicho monarca, partiendo con sus mesnadas desde Zamora a una de sus últimas expediciones de saqueo por las tierras islámicas del valle del Tajo, tuvo que enfrentarse a las bien pertrechadas tropas del califa cordobés Abd al-Rahman III que, lógicamente, trataban de impedírselo.
El encuentro entre ambos ejércitos sucedió en tierras de Talavera de la Reina, en el mencionado año, y con triunfo cristiano. Para hacernos idea de la importancia de este enfrentamiento bélico, basta consultar la Crónica de Sampiro, texto escrito en latín, a principios del siglo XI, por el obispo de Astorga de este nombre y que abarca desde 866 al 999 d.C. (reinados de, entre otros y además del ya citado Ramiro II, los “Alfonsos” III y V). En esta batalla de Talavera, y según la mencionada fuente, los moros tuvieron doce mil víctimas y más de siete mil prisioneros, obteniendo las tropas cristianas un rico botín en armas, ropas, joyas, o caballos. Eran los tiempos de la Talavera de la Tres Culturas (islámica, cristiana y judía). El saber de la primera fue brillante en nuestra ciudad, al menos en los años finales del siglo X y los del primer tercio del XI, destacando la familia de los Avenzoar (dinastía de los Banu Zuhr). Con base en el testimonio de Masiá (Concepción Masiá: “Las tres culturas: Cristianos, moros y judíos”. Madrid, editorial Albor, 2010), el fundador de esta dinastía de los Avenzoar, a su vez descendiente de Abd al-Malik (hijo de Almanzor), fue jurista en nuestra ciudad en las postrimerías de la centuria décima (página 168), donde falleció en el año 1030. Uno de sus descendientes, tal vez el Avenzoar más importante (Peñaflor, 1073-Sevilla, 1162) fue un excelente médico, con criterios de clara orientación empírica, que contrastaban con el dogmatismo de casi todos los médicos árabes. Escribió tres obras: un amplio tratado de terapéutica e higiene, otro de dietética, y el Libro que facilita la terapéutica y la dieta, redactado a petición de Averroes, con quien mantuvo relaciones profesionales y de amistad.
Y lo dejamos aquí, como breve reflexión de un aficionado a la Historia en general y a la de Talavera en particular, pues nuestra ciudad tuvo, y tiene, buenos investigadores en este campo del conocimiento y, lo más seguro, es que hayan profundizado en esta etapa de nuestro pasado elaborando ensayos sobre la misma, aunque, quien suscribe, no haya tenido la oportunidad de acceder a ellos. Continuaré mis indagaciones solo, pues con mi amigo Eulalio no puedo contar para estos menesteres.