Escribía, la semana pasada, sobre el gran ejemplo que nuestros sanitarios nos estaban dando en estos tiempos inciertos, más allá de su valía profesional ahora sí reconocida mayoritariamente. Pero pasaba de largo sobre otros grandes ejemplos de los que estamos siendo testigos, y, si no los conocemos, aquí vuelvo para mostrárselos.
Esta situación, la del Coronavirus, está mostrando todas las carencias de un sistema que no estaba preparado para tan graves acontecimientos. Y eso es incuestionable. Pero no es menos evidente que en estos difíciles momentos está surgiendo el mayor valor que tenemos como ciudad: el cuidado que nos prestamos los unos a los otros.
Ya desde un principio, diversas asociaciones, como Fray Hernando, por ejemplo, se organizaron para ayudar en su vecindario a quienes, por unos motivos u otros, no pudieran salir a comprar o a por medicamentos; una gran multitud de establecimientos de nuestra ciudad redoblaron sus esfuerzos para hacernos llegar sus productos a casa: Otero y Godoy, entre otros muchos que no podría nombrar en tan breve espacio, quizá fuesen de los primeros; diversos grupos, mayoritariamente de mujeres, empezaron a fabricar mascarillas caseras aprovechando sus conocimientos textiles, tan nuestros; también conocimos la iniciativa de un grupo de jóvenes que, a través de internet, se unieron para diseñar pantallas de protección facial con sus impresoras 3D que ya han repartido por toda la comarca; y, últimamente, a la llamada de Pedro Durán, muchas empresas locales unidas a otras aportaciones colectivas e individuales se lanzaron a la fabricación de mascarillas masivamente.
En definitiva, la unión de todos los colectivos sociales y empresariales, Asociaciones de Vecinos, Federaciones de Empresas, junto a personas a título individual y resto de organizaciones ciudadanas, salen al rescate unas de otras por el futuro de la ciudad.
Y es en ese ejemplo de solidaridad con mayúsculas y de apoyo mutuo por el bien común donde aparece una figura que, al menos dentro de mi percepción, confluye y participa con muchas de esas iniciativas.
Una persona que, tras varias conversaciones mantenidas con él, lo único que busca es que está situación pase cuanto antes y que entiende que tiene que colaborar porque todo lo que sea bueno para los demás, lo será para él mismo y para la ciudad. Pensamiento, éste, que seguro compartimos todos porque hablando con Pedro Durán el otro día, acerca de la iniciativa de las 70.000 mascarillas, las conclusiones sobre las motivaciones eran muy similares, por no decir idénticas.
Y es que este virus no distingue entre personas ni clases sociales, y es de agradecer que en una ciudad como Talavera, tan azotada por la anterior crisis, todos rememos al unísono para avanzar.
Esa persona de la escribo es Alberto, de Tatyexpress, un verdadero ejemplo de trabajo incansable, con sus propios medios, con una energía contagiosa, y con una disposición permanente.
Una de esas personas que he conocido en estas circunstancias y a las que estaré, como vecino de Talavera, eternamente agradecido.
Quizá resulte injusto resaltar su figura frente al resto pues, como ya he dicho, ejemplos no faltan y puede que ese sea el gran homenaje que debamos hacernos como conciudadanos. Por fin unidos, por fin juntos. Pero, los que os hayáis cruzado con él, presencial o virtualmente, estos días sabéis de qué estoy hablando.
Con ejemplos como el suyo saldremos de ésta más reforzados y con una mejor disposición para afrontar un futuro gris-oscuro que se aproxima. Y espero, y deseo, que seamos conscientes de que, una vez que nuestras vidas vuelvan a reanudarse, debemos devolver tanto cuidado, cuidando. O sea, comprando y consumiendo productos y servicios locales para que Talavera se recupere.
Gracias Alberto, gracias Tatyexpress, espero que algún día, cuando todo esto pase, esta ciudad, tú ciudad, te recompense por todo lo que estás haciendo.
Y, por supuesto, gracias al resto de personas, dentro de las organizaciones en las que colaboréis o a título individual; empresas; ONG’s; instituciones y personal que trabajáis por nuestra seguridad por mostrarnos el camino.