Este 3 de abril Talavera y su comarca, netamente agrícola y ganadera desde hace años, ha perdido a uno de sus más importantes protagonistas de las últimas décadas, D. Joaquín de Gregorio Corrochano, siempre entregado a su trabajo veterinario con la mayor de las pasiones y que dejó una impronta más que considerable en el mundo ganadero de toda esta tierra.
Él siempre fue considerado más que un veterinario, aunque realizara labores de ayudante, y siempre se mostró dispuesto a ayudar a todos los ganaderos que le solicitaban sus conocimientos, trabajando siempre en las oficinas de D. Mariano, el veterinario que las regentaba en la calle Antonio Torres. Precisamente en ese céntrico barrio –muy próximo a su domicilio en la calle Santa Lucía– Joaquín generó multitud de amistades granjeadas, muchas, en las conversaciones mantenidas en el Bar Mira al Prado o en el antiguo Parador del Sol.
Dicen los que le conocieron bien que su bonhomía era incalculable y atesoraba un corazón que no podía caberle en el pecho, pues siempre estaba en disposición de echar una mano a quien así se lo requiriese, sin escatimar esfuerzos.
Su colaboración, año tras año, con la Hermandad de San Isidro a la hora de organizar el desfile y las carrozas en el día grande del Patrón de Talavera fue continua y nunca dejó de participar en la festividad mientras las fuerzas le acompañaron.
Por ésta y por muchas más razones, hoy su familia, la Ciudad de la Cerámica que le vio nacer y el sector ganadero pierden a una persona de bien que deja un recuerdo imborrable.
Desde La Voz del Tajo, la mayor de nuestras consideraciones por una existencia dedicada a los demás que debe servirnos a todos como ejemplo.