CARTA AL DIRECTOR | Carta anónima a un paciente luchador por vencer al coronavirus
sábado 21 de marzo de 2020, 18:26h
Un amigo de esta casa, periodista ya jubilado de “El Mundo” y amigo íntimo de nuestro Ciego del Berrenchín, en la que ha publicado varios artículos, nos ha remitido esta entrañable y emocionada carta con el objetivo de hacerla pública y así poder animar a todos aquellos y aquellas personas que están atravesando por este duro momento. Un fuerte abrazo y gracias.
Querido amig@,
Primero, decirte que, en absoluto, estás solo/a. Desde la distancia que nos separa, acabas de tener un nuevo amigo que piensa en ti, en tu soledad y en tu pelea por disfrutar de esa libertad que has perdido y que estoy convencido vas a recuperar.
En estos momentos, te escribo desde una habitación donde me acompaña la soledad de la noche, después de todo el día leyendo noticias de esta maldita enfermedad que nos invade y a la que tú y todos vamos a vencer.
Quiero que sepas que fuera se está muy triste, nos faltáis vosotros. Las calles están solas, las pocas personas que se ven pasear a su mascota deambulan con la mirada baja. Desde una de mis ventanas veo que algunos llevan mascarillas, otros van con el rostro libre pero sin sonrisa, con la vista perdida. No importa si hace frío, si llueve o si sale el sol. El día no tiene luz.
¿Sabes por qué? Sencillamente porque faltas tú y, hasta que no te reúnas con nosotros, el cielo no estará azul, las nubes no tendrán ese colorido esponjoso que parece que nos envuelve al mirarlas, el sol no brillará, y la lluvia caerá lánguidamente y con miedo a golpear el asfalto.
Ya verás cómo todo cambia cuando nos encontremos, cuando hayas abandonado esa cama y esa soledad que dices te deprime. Cuando esto suceda, todo te parecerá una pesadilla y lo olvidarás. Porque, te darás cuenta que hay que aprovechar los momentos buenos y disfrutar de la vida.
Alegra esa cara y saca esa sonrisa que tienes. Prométeme que lo vas a hacer. Que vas a luchar por vencer al maldito coronavirus. Ese bicho que entró en tu cuerpo sin pedir permiso, que invadió tu intimidad y que no te deja reír.
¿Sabes una cosa? Tengo a mi mujer con fiebre y pido a Dios que no sea nada y se recupere también. Nos hemos repartido las habitaciones para no juntarnos. Parece que no nos conocemos. Nos hablamos en la distancia y, durante todo el día, deambulamos por el pasillo. Cada uno en su habitación. Así todo el día. No podemos juntarnos para comer, ni compartir sonrisas, ni ver una película juntos. Somos dos extraños en la noche.
Mi suegra no sabe, con 92 años, que su prueba ha dado positivo. Está sola en casa, aislada y sin que nadie puede ir a visitarla. Recuerda lo que comento, tiene 92 años, y ahora, ni sus hijas, ni sus nietos, ni su primer bisnieto, pueden visitarla.
Por culpa de este bicho, no puede visitar a su bisnieto al que adora con locura. Desde que vino al mundo, se ha convertido en su alegría, su ilusión por vivir y ahora no puede ver su sonrisa, ni besarlo. Tampoco puede salir a pasear, coger su autobús y recorrer medio Madrid. Simplemente puede recibir llamadas. Imagínate lo largo y eterno que puede ser el día para ella.
Comentarte también que una sobrina, médico en un hospital de Barcelona, igualmente ha dado positivo en la prueba y, desde hace días, lleva aislada en el piso que comparte. Dispone tan solo de una habitación de ocho-nueve metros, evitando salir todo lo que pueda para eliminar riesgos al resto.
Su familia, sus padres, hermana, abuelos, sus tíos, sus primos y amig@s no podemos hacer nada. Simplemente hablar con ella y darla ánimos, muchos ánimos. Ha sido una de las profesionales a los que su trabajo, su abnegación, su dedicación y entrega por los demás la ha golpeado el bicho. Pero está luchando por vencerlo y, por supuesto, que lo va a lograr.
¿No te parece esto triste? Sí es verdad, es muy triste. Pero tenemos que luchar e intentar salir como sea adelante. Por eso, prométeme que vas a sacar fuerzas de dónde sea para recuperarte, que te vas a animar y que vas a luchar como siempre lo has hecho.
Dicen que la soledad es la peor de las enfermedades. Pues quiero que sepas que no estás solo/a que, aunque no te conozco, me imagino que eres una persona fuerte y luchadora. Anima esa cara y lanza esa sonrisa al aire. Desde hoy tienes un amigo que está pidiendo que te mejores lo antes posible. Lo vas a conseguir.
Esta noche y todas las noches, hasta que logremos vencer al virus, aplaudiré desde mi ventana por ti, por todos los que estáis hospitalizados y por los profesionales que os cuidan. Piensa que no os olvidamos y que os queremos pronto con nosotros. Ese día habrá salido el sol, las nubes serán preciosas, la lluvia nos empapará y la sonrisa volverá a estar en nuestros rostros. Entonces, la luz se habrá instalado de nuevo entre nosotros.
Un abrazo muy fuerte de tu amigo anónimo Julián. Periodista.