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¿Cómo sacar a nuestra sociedad del letargo y pasividad actual?

¿Cómo sacar a nuestra sociedad del letargo y pasividad actual?
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martes 25 de febrero de 2020, 10:23h

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Numerosos autores, cada vez con mayor insistencia, nos vienen llamando la atención sobre el riesgo difícil de ocultar/disimular de que nuestra sociedad va a sufrir profundos cambios (Jared Diamon en “Crisis” y “Colapso”, Yuval Noah Harari en “Sapiens” y “21 lecciones para el siglo XXI”, Lewis Dartnell en “Orígenes”, Aurélien Barrau en “¡Ahora!”, David Christian “La gran historia del todo”, o Stephen Hawkins y sus profecías).

Mucho más probable que un escenario catastrófico en el que se produjera la extinción de la humanidad o una hecatombe de extensión cataclísmica ( ),sí parece verosímil que las futuras generaciones sufran cambios de suficiente calado para que su futuro experimente un detrimento respecto de lo que hoy día consideramos metas, y algunos de nuestros valores esenciales, o simplemente niveles de vida significativamente más bajos debido a determinadas circunstancias: riesgos crónicos más altos (de tipo infeccioso, escasez de alimentos consecuencia de la destrucción o empobrecimiento del suelo o por sobreexplotación de la caza o pesca, incremento de la concentración de productos tóxicos en el medio ambiente, o el cambio climático y el calentamiento global), escasez de fuentes de energía, sobrecrecimiento de la población mundial, todo ello agravado por el agotamiento de la capacidad fotosintética y de los recursos naturales.

Algunos más pesimistas sin embargo han señalado que nunca se había llegado tan cerca del “final”, estoy pensando en la publicación norteamericana Bulletin of the Atomic Scientists, que recientemente ha mostrado que su famoso reloj de portada o el llamado “Reloj de la Apocalipsis” se ha acercado a solo 100 segundos de la hora nefasta de la medianoche, a la que estos autores asocian con la destrucción total de la humanidad.

Es evidente que me limito a reflejar aquí una estimación o un pronóstico, pero llevada a cabo por un grupo de expertos y científicos bien informados. Aunque este adelantamiento horario ha coincidido en estos días con la epidemia que está librando China, no es debido a ésta, sino a otros peligros más universales y acuciantes: una posible guerra nuclear, los efectos de un abrupto agravamiento del cambio climático y pandemias ocasionadas por virus o microorganismos fatales.

En la era de la digitalización estos peligros pueden ser cibermanipulados hasta tal punto que la sociedad no responda o tarde demasiado en responder, al estar influenciada por informaciones falsas o imprecisas. Amén de la nefasta gestión de la mayoría de los líderes políticos – mientras se les llena la boca hablando y promoviendo la paz y el diálogo como medio para regular los conflictos, a la vez se enriquecen con el negocio de las armas-. Esto desgraciadamente es así, parece un mal endémico, y nuestros presidentes recientes tampoco son o han sido una excepción. Por otro lado, tenemos la sensación de que algunos líderes de potencias mundiales parecen empeñados en erosionar las infraestructuras y controles políticos internacionales cuya misión es evitar los conflictos diplomáticos. No voy a mencionar nombres, no es necesario.

En nuestros días se empieza a hablar de la Guerra Fría que libran China y EEUU, ambos son conscientes de que su hegemonía en el marco mundial y en la complicada geopolítica actual pasa por lograr una supremacía en campos como la digitalización y la Inteligencia Artificial. En la actualidad los chinos parecen los más conscientes de la importancia de la transformación digital, y cómo ésta es esencial para el desarrollo de las naciones. Pero no todo avance ocasionado por la digitalización va a ser positivo, uno de nuestros capitales más preciados, nuestra DEMOCRACIA, puede peligrar dado las informaciones falsas (fake news) que en estos días se difunden con mucho mayor facilidad. La sociedad puede caer en otro tipo de tiranía, la tiranía de la digitalización, y será necesario un férreo control democrático, así como debemos evitar que la transformación digital conduzca a mayores desigualdades dentro de la sociedad y entre sociedades. Es necesario ser consciente de este peligro para evitar caer en una maltrecha Democracia por no haber sabido cuidarla, y no olvidar que esta revolución debe estar centrada en los ciudadanos, las personas, para no realizarla al margen de éstas.

En este contexto, el viejo continente será un importante mercado para chinos y norteamericanos (por su mayor capacidad adquisitiva y renta per cápita, o su nivel tecnológico). Europa se encuentra entonces en medio de este conflicto ahora virtual. Los cambios políticos experimentados en China han sido los necesarios para lograr su objetivo, un acercamiento a estos mercados, pero sin renunciar a su fuerte cultura e incluso ideología, no nos engañemos. Europa, la historia se repite, será el campo de batalla donde se librará este evento.

El físico inglés Stephen Hawking, titular en la cátedra de Matemáticas de la Universidad de Cambridge hasta su jubilación en 2009, no es necesario insistir demasiado, ha sido un ejemplo de superación y una mente prodigiosa. En sus últimos años expuso una serie de predicciones, no demasiado halagüeñas, sobre algunos de los aspectos más candentes. Así se refirió a los aspectos de los que hoy, décadas más tarde nos preocupan:

–Sobre la inteligencia artificial, lo mejor y lo peor que ha conocido la humanidad, existe la posibilidad de la creación por parte de nosotros mismos de entes tan o incluso más inteligentes que el ser humano, pudiendo derivar en el sometimiento de la especie humana a éstos.

También nos avisó sobre los virus de computadoras, éstos deberían ser considerados formas de vida. Esto dice mucho (y poco) acerca de la naturaleza humana; la única forma de vida que hemos creado sea puramente destructiva. ...a nuestra imagen y semejanza.

-Sobre un potencial hecatombe nuclear, algo parecido a lo que nos encontramos con la inteligencia artificial, es decir, en este caso un poder destructivo que se nos pudiera escapar de las manos. Existe un poder armamentístico suficiente para destruir nuestro planeta varios miles de veces. Para el físico la posibilidad de una guerra nuclear es inminente; miedo nos dan líderes políticos como Kim Jong-un, o Donald Trump y Putin.

Estos dos últimos elegidos democráticamente no garantizan precisamente los controles antes mencionados, ni la forma de gestionar la complicada geopolítica actual.

Volviendo a un problema real de nuestros días, no es de extrañar que esta alarma tan desmesurada o no, sobre el riesgo de que la epidemia china del coronavirus pueda tener repercusiones mundiales propias de las temibles pandemias; y me viene a la cabeza la mal llamada “gripe española” del 1918, que se llevó por delante a más de 50 millones de personas (hasta 100 millones) en plena 1a Guerra Mundial. No parece que en la actual situación la crisis suscitada tenga fundamento científico suficiente y de hecho la OMS ha restado importancia a este problema infeccioso. Sin embargo, puede también tomarse como un entrenamiento de lo que pueda surgir, otro virus fatal u otro microorganismo mucho más desconocido, lesivo y resistente por ende a las medidas humanas para ser controlado. Un virus terriblemente mortal como nos ha anunciado S. Hawking entre sus predicciones hace ya algunas décadas.

El científico se refirió a una gran pandemia de la mano de virus mortales, que mutarían ante las resistencias naturales a sus efectos desarrollados en este caso por la especie humana. Esta mutación viral es entonces necesaria para medrar, y puede resultar extremadamente agresiva si los efectos del virus en cuestión son mortales, y el sistema inmunológico de sus hospedadores no está preparado para combatirlo. Hawking sostenía que uno de los posibles finales, y no muy lejano quizá, para nuestra especie, puede venir de la mano de un virus.

Para entender bien estas crisis y amenazas por agentes infecciosos debemos escuchar a la ciencia, si es que es capaz de controlarlas, no obstante el eterno problema que parece no tener fin (prefiero pensar que no), es el factor humano.

Entre tanto, mueren miles de niños por sarampión en la República Democrática del Congo; en concreto 6000 niños fallecidos en 2019, frente a los 2000 por el coronavirus (a fecha 18 de febrero de 2020), o como la contaminación atmosférica mata a 7 millones de personas al año, y aquí no pasa nada; con una salvedad, en este caso (sarampión de la República Democrática del Congo) si dispone la ciencia de una vacuna altamente eficaz y además barata, que podría dar por fin a esta losa que al menos yo siento sobre mi existencia. La diferencia entre estas críticas situaciones es notable/notoria pues infecciones como ésta y otras tan temibles o más como el dengue ... ocurren en África y América del Sur y Centroamérica, no acontecen en China, y esto tiene dos lecturas: carece de las repercusiones económicas fuera de las fronteras de estas regiones geográficas más vulnerables, y además el mal queda bien circunscrito a estos sufridos países “malditos” por desgraciados, poco comunicados y/o intercomunicados con el mundo más industrializado y desarrollado.

Estos asuntos nos impactan más cuando amenazan nuestra seguridad y tocan nuestros intereses, que cuando se trata de las vidas de otros más distantes, así es de egoísta la naturaleza humana.

Nuestra sociedad crea mitos y héroes de barro (omito ejemplos que todos conocemos) entre otras cosas porque los medios nos meten a estos personajes hasta en la sopa, incluido en las noticias de la televisión y radio pública, y en cambio casi nadie conoce a la científica española Pilar Mateo , una química responsable de una pintura insecticida capaz de salvar vidas, y que de hecho las está salvando. Su tecnología ha sido inicialmente eficaz para controlar los fallecimientos por enfermedades endémicas en Bolivia, y que se ha extendido a otros países de América, África y Asia donde ha sido aplicada una pintura (Inesfly) con una tecnología de microencapsulación incorporada que libera lentamente un insecticida para combatir las enfermedades transmitidas por insectos, como la malaria o el dengue. El calentamiento global está permitiendo que el mosquito transmisor del dengue encuentre las condiciones más adecuadas.

Esta ejemplar y poco conocida investigadora está utilizando su procedimiento en países en vías de desarrollo, aunque no se ha limitado a su aplicación, sino que ha fundado una asociación el Movimiento de Mujeres Indígenas que está educando en higiene y salud a estas sufridas mujeres, principales artífices y verdaderas responsables de sus hijos. Nos estamos refiriendo a un grupo más vulnerable, el de familias desestructuradas, donde las madres se hacen cargo de su prole, frecuentemente procedente de más de un padre.

Si queremos salvaguardar los logros y niveles de vida que tanto costaron a nuestra sociedad y que las generaciones venideras también las disfruten debemos reaccionar como especie y sin olvidar a aquellas otras sociedades (iguales que nosotros) subdesarrolladas o en vías de desarrollo. No debemos olvidar que los niveles de vida que alcanzaron las sociedades más avanzadas se lograron gracias a una Industrialización y carbonización que llevó, entre otras razones, al actual cambio climático; y este calentamiento global así como los efectos del cambio climático lo sufren precisamente aquellos países de África, cono sur de Norteamérica y amplias zonas de Asia, a los que ahora debemos ayudar (Deuda ecológica).

Debemos implementar medidas para lograr una mejor redistribución de la riqueza, solidaridad y justicia social, bajo el paraguas de la Educación y la Cultura (la cultura nos dará alas, Unamuno y Goethe). Pero no es suficiente, a la vez debe existir un control férreo sobre nuestros políticos y a ser posible la opinión pública y los intelectuales no deben ser ajenos a los abusos que otros regímenes políticos cometen. La MENTIRA, y la CORRUPCIÓN no son compatibles con una sociedad democrática sana, ni las debemos admitir.

Creo en la capacidad del individuo (paradójicamente no tanto en la de sus líderes políticos), aunque en ocasiones sus acciones pueden parecer un tanto lunáticas rozando la locura, no es así, somos extraordinarios y no debemos perder de vista esta máxima, las injusticias nunca se solucionan solas.

Jesús Romero, cirujano ortopédico. Médico humanista
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