OBITUARIO | Luto en el IES San Isidro de Talavera y en la AA. VV. El Parque por el fallecimiento del profesor Ricardo Sánchez Vigara

Siempre me decía que no le llamase profesor porque ya estaba jubilado, pero yo me excusaba explicándole que su esencia era la de profesor en mayúsculas y moriría siendo el gran pedagogo que tantos amigos y admiradores había cosechado en su dilatada carrera.

Sin embargo, ya no volveremos a discrepar sobre este y miles de asuntos que siempre nos ocupaban en nuestras intensas tertulias en las que mostrabas la identidad de un hombre sensato, cabal, sencillo, equilibrado y de bondad infinita.

Ricardo Sánchez Vigara, querido y admirado amigo, aún no puedo digerir que desde ayer por la tarde ya no existas. Me duele el corazón y el alma entera. Me duele hasta la médula, pensar que esta tarde seras cenizas y ya no podre recibir tus enseñanzas, tu esencia de hombre cabal y tu honda y discreta retranca.

Tu muerte ha causado gran conmoción entre tus compañeros, el colectivo de educadores de Talavera, tus amigos y tus vecinos de la Asociación de Vecinos El Parque, de donde formabas parte. Siempre apuntabas con tu estilo primoroso esa idea, ese proyecto o esa queja. Siempre viste la Asociación de Vecinos (tu Asociación de Vecinos) como una herramienta útil y nos animabas a continuar en la lucha.

Tu pulcritud, exquisitez y estilo te dieron categoría no solo de gran profesor, también de una persona imborrable y un hombre ejemplar que, sin duda, permanecerá para siempre en los corazones de quienes tuvimos la dicha de conocerle.

Anoche, de luto riguroso, te llorábamos en el tanatorio de Talavera: tu inseparable amigo Ángel “El Pastor”, docenas de profesores, familiares, amigos y vecinos. De luto riguroso, compartíamos a unísono que te ibas demasiado pronto y aún te quedaba por impartirnos tu siempre cátedra prodigiosa.

Desde 1978, año en el que comenzaste a trabajar como educador en el Instituto talaverano San Isidro, te mantuviste en sus aulas durante toda tu vida laboral hasta 2016, fecha de tu jubilación.

Y la maldita fatalidad de la muerte inoportuna ha querido que al poco de emprender tu merecida jubilación nos dejas huérfanos de tu amistad, de tu alegría y simpatía; tu lealtad y positivismo.

Descansa en Paz, querido amigo, jamás te voy a olvidar.

Felipe Medina