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El estado del Estado, sobre los brujos y chamanes

Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición “Psicología de virtudes y pecados”, de editorial, Letras de autor.

lunes 10 de febrero de 2020, 13:51h

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Si algo le sobra a Yony es tiempo. Y lo utiliza para reflexionar aunque no traduzca sus pensamientos a informes para sus superiores. Producto de lo que él llama, “La utilización permanente de la lavadora” –le denomina así porque mete en su cabeza cada uno de los conceptos, visiones, percepciones y estados de opinión- esto le ofrece una mejor captación de lo que ocurre a su alrededor y una explicación más acertada de todo el acontecer humano.

En este caso se siente muy extrañado de cómo es posible que, si hace ya más de mil años el ser humano ya abandonó las ensoñaciones infantiles de rezarle a una Virgen o a un Dios determinado para intentar curar una enfermedad, y ya se ha abandonado el concepto de que la infección es obra del diablo, y ya se sabe que es un proceso biológico, hablo de todo lo relacionado con la medicina, ¿Dónde está la razón de que en temas de Moral, Ética, o regulación de las conductas humanas, se siga hablando y recurriendo como fundamento último a mitos y ensoñaciones?, cuando, además, ya sabemos que estas han sido creadas por Brujos y Chamanes. Más aún, ¿Cómo es posible que el lenguaje utilizado para enjuiciar y analizar todas estas cuestiones sea un lenguaje de Brujería y Chamanismo?

Quizá necesite explicarlo: Todos los conceptos de las religiones y de las ideologías son conceptos elaborados con lenguaje de Brujería y Chamanismo. “Que si este Espíritu tiene estos poderes” que “Si habita en estos lugares mágicos” que “existen espíritus y fuerzas que no se pueden comprobar ni se hará nunca”, y así hasta un sin fin de ideas y propuestas que no saben explicar ni llevan a ningún sitio.

Y con palabras y conceptos que no solo utilizan en cada momento para lo que conviene al brujo y chaman de turno, tales como: “Espíritu santo”, “Dios”, “Profeta”, “Pueblo”, “Libertad”, “Igualdad”, y un sin fin más, “igual planchan un huevo que fríen una corbata”, ¡Faltaría más!.

Se sigue preguntando nuestro visitante el por qué no utilizamos ya, como hacemos con la Arquitectura, la Medicina o la Agricultura, -disciplinas en las que antes se utilizaban lenguajes de brujería- un lenguaje llamado científico, con nombres que hemos pactado previamente y así todos sabemos de lo que estamos hablando. Ya no cabrán juegos de palabras cuando abordamos el enjuiciamiento y conocimiento objetivo de las conductas humanas. Si abandonamos el lenguaje religioso, ideológico y por ello de brujos y chamanes, de todo aquello relacionado con la moral, las costumbres, la ética y la política y el derecho, pasaremos a otros con los que sabremos lo que nos dicen y lo que decimos y pasaremos a entendernos como lo hacemos en medicina o Arquitectura. Ya no cabrán engaños y medias verdades para usar lenguajes ambiguos que permiten al político y autoridad de turno hacer lo que quiera, cuando y donde quiera, porque con su lenguaje indeterminado puede manipularnos a su antojo. ¡Qué curioso, siempre tienen respuesta para todo, igual les vale para un roto que para un descosido! ¡Pueden tomar la decisión que quieran porque siempre disponen de explicación para todo!. Escúchenles cada día en cualquier declaración pública.

Mientras no abandones a los brujos y chamanes, y a sus lenguajes ambiguos e indeterminados no podremos entendernos y estaremos a la merced de ellos y de los políticos que les imitan, de sus ocultos intereses concretos por muy mediocres que sean ambos, tanto ellos como sus intereses.

Tiempo al tiempo.
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