Exigen a la Secretaría de Estado de Medio Ambiente que niegue el trasvase del Tajo a las Tablas de Daimiel
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Tablas de Daimiel. (Foto: Carlos Baquedano.) |
Ecologistas en Acción considera que la postura del Gobierno de Castilla-La Mancha pone de manifiesto el nulo compromiso de éste con la recuperación del Parque Nacional y del río Tajo y cuestiona su capacidad para hacerse cargo de la gestión de los parques nacionales.
domingo 17 de noviembre de 2019, 10:13h
En las últimas semanas, el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel vuelve a ser noticia por su estado calamitoso y por las soluciones recurrentes que demuestran la nula actuación de las distintas administraciones para acometer una regeneración real.
Cuando en el año 1973 se declaró este Parque Nacional, ya se conocían las circunstancias que lo convertirían en una mala caricatura de lo que había sido. No obstante, ya en plena democracia y con un gobierno socialista en la región, se impulsa una política suicida de regadíos que remata la faena acometida desde antes de la muerte de Franco: la desecación-canalización-exterminio de la Mancha Húmeda, por mucho que la UNESCO la hubiera intentado proteger entera, bajo la figura de Reserva de la Biosfera en 1980. Efectivamente, ha sido la política de regadíos a ultranza que aún se mantiene, la responsable de la liquidación definitiva del fenómeno más singular y espectacular de los humedales españoles: la hidrogeología y sus múltiples manifestaciones que se reparte en muchos municipios de Castilla-La Mancha ligada al río Guadiana y complementada con las lagunas volcánicas del Campo de Calatrava.
La desaparición completa de las lagunas fluviales (de las que las llamadas Tablas de Daimiel eran un caso singular), no tienen otra causa que la del descenso de los niveles freáticos de los acuíferos y éste, no tiene otra causa que la sobreexplotación de los mismos para transformar una agricultura tradicional sostenible en un sistema de agroexplotación industrial insostenible.
En este contexto, se redacta un Plan de Regeneración Hídrica para salvar el Parque Nacional (2.000 Has sobre una superficie original de 30.000) en 1985 y que contempla tres soluciones ingenieriles, sin ningún ingenio: la construcción de una batería de pozos para poner agua en el Parque de manera artificial, la construcción de una presa sobre el río Bullaque para bombearla en dirección a Daimiel y la derivación de caudales desde el Acueducto Tajo-Segura a través del río Gigüela para que llegaran a Las Tablas. De las tres “soluciones”, únicamente la tercera llegó a tener cierta repercusión en ocasiones, aunque la opinión de científicos y ecologistas siempre ha sido crítica con ella. Es el precedente del conocido y controvertido Trasvase Tajo-La Mancha o, familiarmente, la Tubería Manchega. No repetiremos aquí los argumentos mil veces esgrimidos en contra de esta infraestructura y de esta “solución”, simplemente recordaremos que la UNESCO instó en 2009 al Reino de España a adoptar soluciones serias y definitivas, amenazando en caso contrario con descatalogar La Mancha como Reserva de la Biosfera. Además, está pendiente el cumplimiento de la Directiva Marco del Agua que cuenta aquí con su mejor laboratorio. Pues bien, en 2019, la medida propuesta de derivar caudales desde el Tajo-Segura, como hace treinta y cinco años, no es otra cosa que la constatación del nulo interés de las administraciones por tomarse en serio este conflicto y el reconocimiento de un fracaso que dura ya un tiempo insoportable.
Esperamos del Gobierno de Castilla-La Mancha una rectificación en sus planteamientos, que derive en un vínculo firme con el sentido común y con el cumplimiento de la legislación vigente y los compromisos internacionales. Y para ello, lo primero que debe hacer en lugar de trasladar responsabilidades a terceros es asumir las suyas propias.
Resulta del todo irracional e insensato que el Gobierno de Castilla-La Mancha quiera repercutir en un río exhausto y sobreexplotado como es el Tajo, el coste ambiental de los déficits en el Guadiana. Mientras que por otro lado, se alientan las regularizaciones de pozos y se mantiene una política agrícola que incentiva el incremento del consumo de agua. Las Tablas de Daimiel ya están extraordinariamente dañadas, y aunque una parte de su biodiversidad sea recuperable, no lo debe ser a costa de provocar un daño igual o mayor en el Tajo. Por otra parte, el trasvase de agua sólo alentaría más sobreexplotación por parte de los regantes que verían otro grifo abierto a sus caprichos.
Por todo ello, exigimos a la Secretaría de Estado de Medio Ambiente que niegue el trasvase de agua del Tajo al Parque Nacional y que se replantee la capacidad de Castilla-La Mancha para asumir sus responsabilidades en la gestión de los parques nacionales. Al menos mientras esta región y este Gobierno no hagan algo de verdad por recuperar las Tablas, y eso pasa inexorablemente por la reducción del consumo de agua de regadío desincentivando las transformaciones de cultivo y persiguiendo de verdad a quienes incumplen la ley.
La verdadera lucha contra el cambio climático empieza en las políticas locales.