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Luis González

¿Qué se debería hacer con los políticos… corruptos? (I)

¿Qué se debería hacer con los políticos… corruptos? (I)

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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Hay quién se atreve a decir que son muchos; también los hay que prefieren pensar que son pocos; algunos, que no son muchos y otros que no son tan pocos…
Yo no lo sé, pero, la verdad, que ocasionan mucho ruido. O al menos, se mete mucho ruido a costa de ellos. Pero es que, ciertamente, se lo merecen. Me da igual, del signo que ellos sean, porque, por lo que vemos a diario, los hay de todos los colores y tamaños; se encuentran en todos los estamentos y cargos públicos; y pululan por todos los rincones de la vida política. Sobre todo, aquellos que tocan el poder, en mayor o menor categoría. Cada uno a su nivel y a su tiempo, es decir, cuando ellos quieren y creen que pueden… ¡hacerlo!
Pues bien, naturalmente lo primero que deberíamos hacer, (o mejor dicho, la justicia) con los políticos corruptos, es confirmar que, efectivamente, lo son y después… ¡nada de echarles de la política! Yo pienso que eso es lo que ellos quieren que se les haga. Porque, ¿qué adelantamos con que se retiren de la política si a partir de ese momento van a vivir mejor? Sin preocupaciones de ningún tipo. ¡Para eso ya se han preocupado antes de solucionar su futuro! Por eso, si se les echa, sólo estarán dedicados a disfrutar de lo que han robado. Para ellos, el echarles es un premio. ¡Vamos, como mandarles de vacaciones al Caribe! Donde nadie les conoce ni nadie les va a volver a recordar nada de lo sucedido. ¿No creen ustedes que sería mejor dejarles, como mínimo, en el mismo trabajo que tenían al “ganarse el premio de la corrupción”, sólo que ahora sin sueldo, (un punto de ahorro) hasta que repongan con creces e intereses, el daño ocasionado con sus malas artimañas? ¡Que se les vista, eso sí, se les dé comer…y lo imprescindible para seguir viviendo! Nada de guardarles, si el caso es tan grave y se les ha condenado a ello, durante algún tiempo en un lugar seguro, donde nadie puede hacerles daño ni se les vaya a reprochar nada.

Allí donde nadie se va a volver acordar de ellos. Más bien, van a ir a ese lugar a ganarse una corona de laurel por su buen comportamiento y a rebajarse su condena, para que nadie les pueda echar después en cara que son unos “caraduras”. “¡Ah!... yo ya pagué”, dirán después, si algún honrado ciudadano se atreve a decirles algún día, algo. Esos corruptos, ya han pasado a ser ciudadanos de primera clase. ¡Intocables! Y hasta se sienten muy orgullosos de haber pasado por la cárcel…. ¡Pues, no señor, nada de eso! Que sigan trabajando allá donde todo el mundo vea, claramente, cómo trabajan a partir del momento de su declaración como culpables.

Si es posible que trabajen más que antes y, sobre todo, con luces y taquígrafos que atestigüen continuamente… incluso, su padecer, porque sí se les puede denominar, a partir de su declaración como tales (corruptos) por parte del juez, como “sufridores personales”, pero al mismo tiempo, que sirvan como redentores de los demás. Que estén bien expuestos a la luz pública. ¡Vamos que no se vayan de rositas!... ¿O creen ustedes, realmente, que con echarles del partido, del cargo, de la asociación, de la vida pública… ya han expiado sus culpas? ¿Dónde está el dinero que han camuflado por alguna parte? ¿Qué es eso de las responsabilidades políticas, que tanto se habla de ello, especialmente, cuando hay algún dinero de por medio? ¿Para qué nos sirve a los ciudadanos de a pie, que no estamos interesados en vivir de la política, (bastante es que ya estamos obligados a alimentar a la política) el que el susodicho interfecto no se pueda presentar más a las elecciones, al cargo… si, por otro lado, sabemos fehacientemente que va a vivir, con el dinero de los demás, de una forma muy ostentosa y descomunal, sin la política? ¡Que hasta le vemos a nuestro alrededor, “viviendo como un marajá” después de haber hecho la faena, caramba! ¡Eso es inaceptable!
Cada vez se ven más casos de corrupción y después todo termina en nada. No hay escarmientos. Durante algún tiempo los medios de comunicación nos vuelven la cabeza tarumba, por uno u otro caso, y al final todo termina en agua de borrajas.
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