Les aseguro que no son palabras mías sino de una dirigente del Partido Popular en la noche electoral de este pasado domingo (ella lo sabe bien), emulando a la malograda Rita Barberá.
Desde luego, no le falta razón, porque el descalabro del Partido Popular, o más bien de muchos de sus dirigentes en las municipales y regionales del 26 de mayo puede considerarse un fracaso mayúsculo. Las miles de lecturas que ahora se quieren dar a esos números pueden intentar camuflarse de muchas maneras... “la división de la derecha...”, “la consecuencia de los resultados de las generales de abril...” pero la verdad tiene sólo un camino y las vergüenzas en política salen a la luz cuando se abren las urnas.
E, incluso, podemos entrar en detalles porque la caída libre del PP talaverano a la que han llevado el tándem formado por Jaime Ramos Torres y Santiago Serrano Godoy es más que excepcional.
De hecho, no creo que podamos encontrar muchas comparaciones de un gobierno del Partido Popular durante 8 años que todos los días aseguraba “que la ciudad iba bien” y la culpa era de todos los demás, con un bajón tan grande como el ocurrido días atrás. De hecho, si echamos la vista atrás, Gonzalo Lago alcanzó la cifra de 14 concejales en 2011, Jaime Ramos la rebajó a 11 hace cuatro años y en esta ocasión se ha quedado solamente en 5, en mínimos de su partido.
Ese castigo sólo puede haber sido provocado por el distanciamiento con la sociedad talaverana, por el talante henchido de soberbia con que se ha querido gobernar y por la falta de gestión que los votantes han detectado. Sólo se trataba de contarles la verdad, ni más ni menos.
A la vez, los proyectos de bisagra se han quedado en eso, en proyectos, porque no han logrado convencer ni en Talavera ni en toda la región a un electorado que ha preferido asegurarse la jugada en lugar de experimentar con cambios de cromos. Por eso, Ciudadanos, VOX y Podemos se han quedado compuestos y sin novia y tendrán que atravesar del desierto de la oposición durante cuatro años en los que sólo hay que esperar una cosa: que las facilidades que la sociedad les han otorgado a Emiliano García-Page y a Tita García sean reconocidas por éstos y devueltas en forma de gestión positiva y de progreso para esta región y esta ciudad.
La papeleta, de todos modos, no es fácil, porque lo tienen todo de cara. Ahora, las sonrisas y los brindis tienen que existir, pero no pueden olvidar que el diario, los problemas cotidianos de cada castellano-manchego, de cada talaverano, siguen ahí y hay que buscarles solución. Concretamente para Tita hay dos referentes en los que buscar inspiración, los mandatos de Pablo Tello en los 80 en que Talavera dejó de ser un pueblo muy grande para ser una ciudad de verdad y los años de José Francisco Rivas en que la Ciudad de la Cerámica se afianzó y puso las mimbres del futuro. Ahora está en su mano aprovechar la ola. Espero que lo haga.