Javier Fernández
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Se pueden tener más o menos estudios, se puede alcanzar en la vida un nivel cultural o social de mayor o menor grado, pero la base de todo ser humano civilizado debe sustentarse en la educación, la empatía y el respeto por los demás.
Esto no es un discurso populista ni demagogo de ética personal, pero me enervan la sangre situaciones como las vividas recientemente en dos escenarios de máxima publicidad mediática. Es cierto que hoy día siguen existiendo en el mundo muchas desigualdades que tardaran siglos en equilibrarse, pero en este caso no funciona ese dicho de que ‘un grano no hace granero’. Dos ejemplos muy diferentes de cómo la educación brilla por su ausencia, uno por deportividad y otro por protocolo. El primero de los casos se refiere al partido de tenis que enfrentó al murciano Nicolás Almagro y al checo Tomas Berdych, el primero tuvo que estirarse al máximo para pasar una veloz pelota por encima de la red con tan mala suerte que golpeó el hombro de su rival. El resultado final, desafortunadamente, fue contrario al español, aunque como marcan las tradiciones tenísticas más ancestrales el saludo entre jugadores rivales, con más o menos ímpetu, no debe faltar. Pues bien, Almagro se quedo a la sombra de la red viendo como su oponente amagaba con un movimiento de mano para dejarle ‘tirado’ mientras que se dirigía a estrecharla con el juez de silla. El público del Open de Australia, muy estricto con la disciplina, ovacionó el comportamiento de Nicolás y abucheó hasta la saciedad a un altivo, prepotente y rencoroso jugador checo. Por si no le recuerdan es ese mismo que con su dedo mandó callar al público en el Madrid Arena tras ganar a Rafael Nadal. También planchada se quedó la Princesa de Asturias en la recepción que hicieron los Reyes de España en el Palacio Real cuando el diplomático congoleño Óscar Matondo le negó el saludo después de tener la mano tendida. En este caso y tras ser uno de los vídeos más vistos del día, Matondo se disculpó alegando un malentendido por problemas de idioma. Y es que este tipo de principios nunca deben perderse.