Lánzate al agua sin tener que preocuparte por los efectos secundarios del cloro
sábado 21 de julio de 2018, 19:00h
Con la llegada del verano y del calor típico de esta estación, las piscinas se convierten en nuestro aliado para refrescarnos en estos bochornosos meses. Sin embargo, sus aguas pueden jugar una mala pasa a nuestra salud. El culpable de esto es el cloro.
Se trata una sustancia química que sirve para evitar las bacterias y hongos en estas aguas -sobre todo en las piscinas públicas, que albergan gran cantidad de gente-, sin embargo, la exposición prolongada o una mala gestión de las cantidades puede llegar a provocar problemas de salud. Su empleo es necesario, pero puede ocasionar problemas en nuestra salud si abusamos de él.
PROBLEMAS CON EL CLORO
El cloro es especialmente peligroso en los niños, a lo que puede provocar tos, alergia y asma. Esto se debe a que son los que más suelen permanecer en el agua, y los que menos controlan sus esfínteres. Por otro lado, la cloramina irrita los ojos, por lo que es la causante del gran número de conjuntivitis que se producen tras un día de piscina.
Otra de las partes del cuerpo que más se ve dañada por el cloro y el sol es el cabello. La queratina y los ácidos grasos se ven dañados por el cloro. Esto produce un pelo más reseco, quebradizo y difícil de peinar, por culpa de los nudos que se hace el cabello.
El problema fundamental suele venir cuando el cloro se encuentra en dosis elevadas, lo que puede provocar sequedad e irritación en la piel, así como favorecer la aparición de erupciones cutáneas. Además, otros factores como la temperatura y el pH del agua pueden aumentar los efectos irritantes del cloro si no se mantiene en los niveles adecuados.
CÓMO EVITARLO
Para disfrutar de un refrescante baño sin sufrir los problemas mencionados anteriormente, es importante seguir una serie de pautas sencillas.
Es importante ducharse antes y después de bañarse: antes para eliminar las sustancias –como cremas o aceites solares- que puedan reaccionar con el cloro, y después para eliminar el cloro y el resto de sustancias del agua que hayan quedado impregnadas en nuestra piel. Una vez fuera del agua, hay que hidratar la piel para evitar esa sequedad propia del cloro.
Para no padecer infecciones de oído y conjuntivitis, se recomienda el uso de gafas de buceo y tapones para evitar que el agua entre por nuestro conducto auditivo. En cuanto al cabello, es aconsejable el uso de gorros de baño y productos para proteger el pelo del sol.
Teniendo en cuenta todo esto, podremos disfrutar de un agradable baño sin tener que preocuparnos después por las posibles molestias que nos pueda ocasionar el cloro en nuestra salud.